Suiza esgrime el grave riesgo sistémico que habría supuesto no actuar y reconoce que Credit Suisse había perdido por completo la confianza de inversores y clientes.
El pacto alcanzado entre los dos grandes bancos helvéticos incluye además una inyección de liquidez a UBS por parte del Banco Nacional de Suiza por 100.000 millones de dólares (cerca de 93.000 millones de euros) con los que afrontar la posible continuidad de salidas de depósitos de los clientes. La anterior inyección que recibió la semana pasada Credit Suisse, por 50.000 millones de euros, no había bastado para devolver la confianza al banco, que sufría salidas diarias de depositantes por más de 10.000 millones de euros, según señala el Financial Times.
Según reconoce el Banco Nacional de Suiza en un comunicado, “con la absorción de Credit Suisse por UBS, se ha encontrado una solución para garantizar la estabilidad financiera y proteger la economía suiza en esta situación excepcional”. El respaldo a la operación no se limita a la inyección de liquidez e incluye una valiosa garantía por 9.000 millones de francos suizos, una cuantía simular en euros, para las pérdidas en la cartera de crédito de Credit Suisse. Según lo acordado, UBS absorberá los primeros 5.000 millones de francos suizos en pérdidas de crédito, el gobierno suizo los siguientes 9.000 millones y UBS las posibles pérdidas adicionales. No habrá por tanto una inyección directa de capital público para apuntalar la operación pero sí importantes garantías gubernamentales.
La ministra suiza de finanzas, Karin Keller-Sutter, ha justificado en rueda de prensa el rescate de Credit Suisse en su carácter sistémico y en que su caída habría tenido sin duda “severas consecuencias” en las finanzas globales. “No es un rescate, es una solución comercial, la mejor solución”, ha defendido. Ha añadido que ya no era posible restaurar la confianza en Credit Suisse y en que la fusión con UBS cuenta con el beneplácito de las autoridades financieras de EE UU y Reino Unido. “La operación protege los depósitos y la reputación de la banca suiza”, ha asegurado. Lo cierto es que la operación crea un gigante bancario aún mayor, sin que la regulación haya impedido el deterioro hasta el extremo de un banco sistémico, considerado por tanto demasiado grande para caer.
UBS ofrece 0,76 francos suizos por cada acción de Credit Suisse, que pagará con sus propios títulos, frente a los 1,86 francos a los que había cerrado la sesión su rival el viernes. Supone por tanto valorar Credit Suisse en 3.000 millones de francos suizos. UBS también accedió a suavizar una cláusula por la que podía echarse atrás en la operación si sus seguros de impago alcanzaban determinado nivel. La entidad ha buscado en todo caso protegerse a la hora de hacerse cargo de una entidad puesta en la picota por clientes e inversores y con la que va a afrontar el riesgo de realizar fuertes provisiones y de responder a los posibles pleitos que puedan surgir con inversores internacionales. Con este acuerdo de fusión exprés, se incumple la normativa suiza por la que sería necesaria la consulta y aprobación de los accionistas de UBS, una excepción que han avalado las autoridades financieras del país con tal de evitar aún más deterioro y pérdida de credibilidad para la banca suiza.
La unión de ambas entidades creará un gigante de la gestión de activos, con un patrimonio de 5 billones de dólares, con una gran posición de dominio en el mercado suizo. Fuentes citadas por Reuters apuntan a un posible ajuste de plantilla de entre 9.000 y 10.000 empleos. Tanto UBS como Credit Suisse cuentan además con una notable presencia en el mercado estadounidense, con lo que su unión ha requerido también el visto bueno de la Reserva Federal estadounidense. No en vano, ambas entidades tienen la consideración de sistémicas. La caída de Credit Suisse habría provocado sin duda un profundo impacto en la estabilidad financiera global, ya tocada tras el colapso hace poco más de una semana del Silicon Valley Bank. La capitalización bursátil de Credit Suisse quedó reducida la semana pasada a los 7.400 millones de francos suizos, una cuantía similar en euros, frente a los 66.300 millones de UBS. En una primera reacción de los inversores a la operación, los seguros contra el riesgo de impago de UBS se elevaron en 40 puntos básicos, hasta los 215.
El tsunami de desconfianza hacia la banca desatado con la caída del estadounidense SVB ha terminado llevándose por delante a Credit Suisse, a pesar de los mensajes de los últimos días de las autoridades financieras que negaban un efecto contagio sobre la banca europea y el peligro de riesgo sistémico por lo sucedido en Estados Unidos. Pero el colapso de Silicon Valley Bank ha tenido una onda expansiva mayor de lo previsto y ha puesto en la picota al eslabón más débil del sistema financiero europeo, Credit Suisse. Un banco sistémico, palabras mayores.
Esta entidad ya arrastraba dificultades en los últimos años, en los que se ha ido debilitando a golpe de escándalos corporativos, multas millonarias, cambios en la alta dirección y malas decisiones de inversión, como las realizadas en el fondo de cobertura estadounidense Archegos o la firma angloaustraliana de servicios financieros Greensill. El fiasco de la inversión en estas compañías de elevado riesgo requirió provisiones por 4.000 millones de euros que ya dejaron números rojos de 1.650 millones de francos suizos en 2021. El pasado año Credit Suisse registró la mayor pérdida desde 2008, por más de 7.000 millones, en contraste con la ganancia casi por la misma cuantía lograda por su ahora comprador UBS.
Credit Suisse reconoció el martes de la semana pasada la existencia de “debilidades materiales” en sus informes financieros de los dos últimos años debido a la ineficacia de los controles internos, un anuncio que llegó en el peor momento posible, cuando la desconfianza hacia la banca que se había activado con la caída de SVB ya se había trasladado a Europa. Al día siguiente aún llegaría una noticia todavía peor, las desafortunadas declaraciones del primer ejecutivo de Saudi National Bank, primer accionista de Credit Suisse, en las que aseguraba que no aportaría más recursos ante otra posible ampliación de capital de la entidad. Ese día terminaron de saltar todas las alarmas en el mercado, con un derrumbe en la acción que llegó al 30% y con los seguros de impago de crédito disparados cerca de los 800 puntos básicos, el nivel a que se pedía en la crisis del euro por cubrir la deuda soberana griega.
Con la fusión entre UBS y Credit Suisse, Suiza salva el riesgo de ser el epicentro de una crisis de implicaciones sistémicas para la banca europea y global. Además del derrumbe bursátil y la retirada de depósitos, ya había grandes bancos, como Société Générale y Deutsche Bank, que había impuesto restricciones el viernes a operaciones que involucraran a Credit Suisse.
Pero la solución de emergencia pactada para Credit Suisse podría no ser el último capítulo en la nueva crisis bancaria. Según señala Reuters, al menos dos grandes bancos europeos están analizando el riesgo de contagio y reclamando mayores señales de apoyo a la Fed y al BCE. Estas entidades temen que la crisis de confianza materializada en Credit Suisse se pueda extender por el sistema financiero en los próximos días, a pesar de que el análisis realizado el viernes de forma extraordinaria por el BCE el pasado viernes concluyera que no había riesgo de contagio.