Esta cifra supone una ligera caída frente a los 19,33 millones del mismo periodo de 2019. Con respecto a los primeros ocho meses de 2023, el uso de combustibles ha crecido un 2,85%. Esto se debe, principalmente, al gran impulso de la gasolina. El parque automovilístico español usa mayoritariamente el diésel y representaba hace diez años, en 2014, cerca del 70% de las nuevas matriculaciones, una tendencia que ha ido tornándose en favor de los vehículos de gasolina e híbridos en los últimos años, que ha reducido su cuota de nuevas matriculaciones por debajo del 10%, según los datos de septiembre de las patronales automovilísticas.
El consumo de gasolinas ha aumentado en consonancia un 21,3% con respecto a 2019, de 3,58 millones de toneladas a 4,35 millones de toneladas. Por otro lado, el diésel aún se encuentra en más de un millón de toneladas por debajo de sus niveles de uso previos a la pandemia y entre enero y agosto de este año se ha dado salida a 14,5 millones de litros de gasoil, un 7,1% por debajo de los niveles precovid.
Además de la normalización de las actividades después de la pandemia, los usuarios de los combustibles también se han beneficiado de unos precios de la gasolina y el diésel mucho más controlado que en los últimos años. Si durante el confinamiento el precio de la gasolina rozaba 1 euro por litro durante la crisis energética, su valor se catapultó más de un 100% hasta alcanzar un máximo de 2,14 euros/litro, según el Boletín Petrolífero de la UE.
Sin embargo, tras alcanzar precios muy tensionados el coste de los hidrocarburos ha ido reduciéndose considerablemente hasta situarse por debajo de los niveles previos a la escalada de precios tras la invasión a Ucrania. En concreto, a mediados de febrero de 2022 -la guerra estalló el 24 de febrero- los precios se situaron en 1,57 euros/litro para la gasolina y 1,46 euros/litro para el diésel; mientras que en la semana del 14 de octubre de este año el coste de estos productos se ha situado en los 1,45 euros/litro y 1,38 euros/litro, respectivamente.
Del mismo modo, la recaudación de la Agencia Tributaria a través del Impuesto Especial de Hidrocarburos se ha mantenido en una línea constante en los últimos años. En términos brutos al cierre de 2023 -los últimos datos disponibles- el Estado ingresó 12.593 millones de euros, frente a los 12.597 millones de 2022, en línea con los 12.653 millones que recaudó Hacienda el año antes de la pandemia. No obstante, en términos netos -minorando las devoluciones- los ingresos tributarios de este año se han colocado en los 6.149 millones de euros, cerca de 1.000 millones menos que el año anterior, pero casi un 33% más que los 4.624 millones percibidos por la Agencia Tributaria en 2019.
Junto al crecimiento del consumo de los combustibles convencionales, también se ha experimentado una notable subida en la venta de biocarburantes. Entre enero y agosto de este año la utilización se multiplicó por 11, desde las 2.151 toneladas hasta las 27.772 toneladas, mayoritariamente de biodiésel que es la principal fuente de consumo. No obstante, su uso sigue manteniendo una posición marginal y que aún no va parejo con cómo evolucionaba el consumo antes de 2020. Los datos de la Corporación muestran que la aplicación de bios es un 51,9% más baja que entre enero y agosto de 2019, cuando se consumieron 57.824 toneladas. Además, su proporción con respecto a las ventas totales es mínima, del 0,3% de todas toneladas quemadas en los primeros ocho meses de 2019 y del 0,15% entre enero y agosto de este año.
El combustible renovable está siendo una de las grandes apuestas de las petroleras nacionales y, desde el sector, aseguran que el repunte está asociada a la recuperación del consumo de hidrocarburos tras el descalabro de la pandemia. La normativa actual fijó una evolución progresiva de la proporción de carburantes renovables que deben mezclarse con los convencionales. En este sentido, un 10,5% del contenido energético del repostaje de vehículos por carretera debe ser verde, una proporción que este año ha quedado fijada en el 11% y que se elevará de manera escalonada hasta el 12% en 2026.
Otro motivo al que apuntan fuentes conocedoras es a una caída en picado de los precios del biocombustible. Este hecho ha provocado incluso que Shell detuviera el pasado julio la construcción de una de las plantas de biocombustibles más grandes de Europa que estaba llamada a producir 850.000 toneladas de biocombustible por la debilidad de las condiciones de mercado. A esta presión han colaborado estado bajo presión en los últimos meses debido a una demanda más débil en el resto de Europa, incluso después de que Suecia redujera un mandato de biocombustibles, y al aumento de los suministros desde EEUU.
El bioetanol se estanca y sus ventas al exterior caen un 34%
Frente al incremento del biodiésel, el estancamiento del bioetanol. La versión verde de la gasolina ha reducido su consumo en términos interanuales. En concreto, entre enero y agosto su consumo cayó un 7% con respecto al año anterior, mientras el del biodiésel se ha multiplicado por 12. El consumo del bioetanol en España, a diferencia del biodiésel que es utilizado por gran parte de la flota de transportes de mercancías por carretera, tiene aún mucho recurrido por delante. Ello pese a que España cuenta con empresas de con empresas competitivas en este segmento. Sin embargo, la mayor parte del flujo de estas empresas se encamina hacia los mercados exteriores por la poca penetración del bioetanol. Estas ventas, no obstante, cayeron un 34% en términos de volumen hasta junio. Los datos de la Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia (CNMC) muestran que en la primera mitad de 2023 se traspasaron 485.908 tm, frente a las 318.994 hasta este junio.