Pero lo peor de todo es que, aunque el propio culpable confiese melifluamente sus culpas, ellos, sus compañeros son incapaces de reaccionar, de asumir la gravedad de los hechos y reaccionar ante ellos. Están tan llenos de ese orgullo progre que les hace sentirse superiores, aunque sean lo mas cutre del territorio y estén a punto de desaparecer como partido que se `ponen las burreras y tiran “palante” cual asno de cuento.
De esta manera, es posible presenciar el espectáculo de una llorosa bandada de pajarillos descabezados ,–sin Yolanda Díaz, que se encuentra de viaje en Colombia– que cuarenta y ocho horas después de estallar el caso Errejón, tras su dimisión y la oleada de denuncias de mujeres anónimas y conocidas por violencia machista diciendo cuatro tonterías y tratando de cubrir un expediente de normalidad de “aquí no ha pasado nada, que le vamos a hacer, perdónenos somos buenos chicos, no lo volveremos a hacer”, mientras la realidad es otra muy distinta y ante ella no basta con pedir disculpas y lamentar que sus «mecanismos de prevención y detección» de estos casos «han fallado».
Lo mejor de todo es que esta panda de inútiles aficionados, que nunca terminaran de madurar, no se sienten culpables. Según su interpretación de los hechos, «todas y cada una de las informaciones que se están conociendo a lo largo de esta semana, incluida la primera denuncia, son devastadoras para la sociedad, para nosotros, para todo el mundo, y evidencian que los mecanismos de prevención y detección de nuestra organización han fallado», ha señalado Urtasun. «Tenemos la obligación de asumir nuestra responsabilidad y hacernos cargo», ha añadido, para después anunciar que la Ejecutiva del partido llevará a cabo «las actuaciones necesarias para evitar que situaciones como estas vuelvan a suceder».
Es decir, no harán nada, no dirán absolutamente nada de nada y no habrá ni una sola dimisión. Los jueces serán los que tendrán que actuar y la casta seguirá chupando de los lujos y placeres del poder.