Una filosofía contraria sería la de aquellos inversores “Buy and hold”, es decir, mantenerse invertido independientemente de lo que haga el mercado en el corto plazo porque esta estrategia, en el largo plazo, reduce la posibilidad de pérdidas. Independiente de la postura que tome cada inversor, octubre suele ser un mes que estadísticamente es positivo para la renta variable. Tras pasar el periplo de los meses de junio, julio, agosto y septiembre (este último mes es estadísticamente el peor del año), octubre suele ser el comienzo de un trimestre al alza. Y este año, a falta de 2 días para que finalice no está siendo una excepción, al menos en EE.UU., donde la rentabilidad en el periodo está siendo positiva, continuando la tónica general durante el año. No obstante, octubre es famoso por ser el periodo donde han ocurrido algunos de los momentos más dramáticos y aterradores (muy en línea ahora que nos acercamos a Halloween) de la historia de los mercados bursátiles.
En 1987 los mercados de las principales economías sufrieron uno de los mayores varapalos que se recuerdan, con caídas intradía superiores incluso a cualquiera de las fechas de la Gran Depresión del 29. En el famoso Lunes Negro de 1987, el índice americano Dow Jones que engloba a las mayores empresas industriales cayó un 22,6%, siendo la mayor caída porcentual diaria del índice americano a lo largo de la historia hasta la fecha. Hoy en día todavía se desconoce el principal catalizador, siendo varios temas los que preocupaban a la economía estadounidense en aquel momento, aunque ninguno de ellos por separado amenazaba el devenir bursátil. La subida de los tipos de interés de referencia el mes anterior, el abultado déficit público, la especulación desmedida, la guerra del Golfo Pérsico e incluso la nueva tecnología que se estaba implantando por entonces, habría provocado estas caídas masivas, lo que se denomina “Flash Crash” o caídas repentinas de mercado.
En octubre de 1929 comenzó la que sería la primera crisis a nivel global, que se conoce como el crack de 1929. Entre los días 24 y 29 de octubre de ese año los mercados sufrieron fuertes caídas, especialmente el Lunes Negro, donde el índice Dow Jones cayó un 13%. Esa jornada venía precedida del rescate que la Bolsa de Nueva York había recibido por parte de los principales bancos estadounidenses, que respaldaron el viernes de la anterior semana acciones clave con compras masivas. El martes siguiente el Dow Jones cayó otro 12%. El mercado bajista continuó hasta enero de 1932, con un descenso acumulado del 86%, creando un efecto dominó que afectaría a la economía y a la sociedad no sólo de Estados Unidos, sino también de Europa y del resto del mundo en general. Una de las fatalidades de esta crisis bursátil fue que afectó directamente al inversor minorista, hecho que no se había dado, ya que anteriormente la bolsa de valores estaba reservada principalmente para inversores institucionales. Además, la inversión a crédito potenció el endeudamiento de las familias favoreciendo que muchos perdiesen todo lo que tenían.
Es cierto que estas crisis son poco comunes, pero a pesar de ello, en los últimos 5 años hemos vivido en mercados bursátiles dos periodos con caídas superiores al 20% (2020 por la pandemia y 2022 por la elevada inflación y fuertes subidas de tipos de interés). Lo que es habitual, al menos una vez al año, es sufrir una corrección de mercado como mínimo del 10% en algún momento del año. En 2023 y lo que va de 2024 no ha sucedido y, aunque esto no quiere decir que vaya a suceder en el corto plazo, sí que conviene recordar que estos episodios de volatilidad son comunes, por lo que un inversor a largo plazo no debe modificar su plan estratégico ya que muchas veces, aunque parezca contraintuitivo, el mayor riesgo de invertir es no estar invertido.
Octubre, históricamente, ha sido un mes positivo para los mercados de renta variable. Sin embargo, varias de las peores caídas de mercado han ocurrido precisamente en este periodo del año. El equipo de análisis de la agencia de valores Portocolom recuerda algunas de ellas en su reflexión sobre mercados bajistas y correcciones de mercado.
Por otra parte, en los mercados esta semana, destacan que:
El S&P 500 cerró la semana pasada con un descenso próximo al 1%, su primer retroceso tras seis semanas consecutivas de subidas. En Europa el Euro Stoxx 50 y el Ibex 35 tuvieron un comportamiento muy similar al corregir un -0,87% y un -0,95% respectivamente. El Nasdaq 100 por su parte, se anotó una subida mínima del +0,14%, a la espera de los resultados de los 7 Magníficos, cinco de cuyos miembros presentarán resultados del tercer trimestre esta semana. El consenso del mercado es que presentarán crecimientos en sus cuentas de resultados, pero estos serán los más bajos del último año y medio.
En el mercado de bonos vimos una subida generalizada de las rentabilidades provocada por varios factores, entre ellos los dos más destacables son por un lado los buenos datos macroeconómicos que sigue presentando la economía estadounidense y por otro, lo igualadas que se mantienen las encuestas de cara a las elecciones gubernamentales en EE.UU. que se celebrarán la semana que viene. El Treasury a 10 años vio incrementar su rentabilidad en 15 puntos básicos para terminar la semana con una rentabilidad del 4,23%, su nivel más alto desde julio. En Europa la subida fue de 12 puntos básicos para que el Bund terminase con una rentabilidad del +2,30% y el Bono español del 2,99%.
En los mercados alternativos, el oro volvía a marcar un nuevo máximo histórico en los 2.772,60 USD/Oz, la tensión en Oriente Medio pesó más en las decisiones de los inversores que el fuerte repunte visto en las rentabilidades de los bonos, y lo que es más importante, el reajuste a la baja de manera considerable de las expectativas de bajadas de los tipos de interés, especialmente en EE.UU. donde se ha pasado de descontar un tipo del 2,68% para diciembre de 2025 a un tipo del 3,40% que actualmente descuenta el mercado, es decir, tres bajadas menos. El Brent se anotaba un +4,10% semanal, en un entorno en el que el previsible ataque de Israel sobre Irán llevó a la toma de posiciones defensivas, aunque finalmente el ataque fue muy selectivo y no tuvo a las instalaciones petrolíferas como objetivo, lo que provocó una reversión de la subida en los primeros compases de negociación de la semana. A medio y largo plazo, las reservas estadounidenses y la apatía económica en China deberían de ser los catalizadores del precio del crudo.
En el frente macroeconómico conocimos los datos de los PMIs tanto en Europa como en EE.UU. En ambos casos el dato manufacturero estuvo por encima de lo esperado por el mercado (sorpresa positiva), lo cual es una buena señal dada la debilidad que acumula el sector industrial, especialmente la europea. A nivel de servicios, en EE.UU. nuevamente el dato presentado superaba las estimaciones de los analistas, y es que el sector servicios sigue muy fuerte, manteniendo su liderazgo en la economía. Por el contrario, en Europa el dato fue más débil que lo estimado (sorpresa negativa), con una ligera recuperación en Alemania, pero con muy malos datos en Francia, lo que llevo al índice compuesto a situarse por debajo de la referencia de los 50 puntos, es decir, en zona de contracción. Las expectativas y la confianza del consumidor del indicador de la universidad de Michigan también superaban las previsiones, una señal más de musculo financiero de la primera economía mundial.
La semana en curso nos va a deparar los datos más esperados por los gestores, IPC, PIB y tasa de desempleo en Europa y PIB (dato provisional), nominas no agrícolas y datos de empleo en EE.UU. No se esperan sorpresas en los datos europeos, lo más destacable es que la inflación puede repuntar dos décimas hasta el 1,9%, pero con la subyacente cediendo nuevamente una décima para situarse en el 2,6%. En EE.UU. no será hasta mediados de la semana cuando tengamos las previsiones de los datos oficiales de empleo, pero se espera que la tasa de paro se mantenga en el 4,1%.
No nos podemos olvidar de que entramos en la semana final de campaña en EE.UU. y está todo por definir según muestran las encuestas con unos datos de igualdad absoluta. El resultado electoral del fin de semana en Japón ha provocado la pérdida de la mayoría al gobierno de coalición actual, lo que ha provocado inmediatamente una caída de las rentabilidades de la deuda y de la divisa japonesa.