Pero lo cierto es que en las bolsas estadounidenses no se ha percibido ninguna clase de temor en todo lo que llevamos de año, y prueba de ello es que nos encontramos cerca de máximos históricos en la mayoría de índices de referencia americanos. Aunque se han producido algunas correcciones, éstas han sido puntuales (en algunos casos importantes pero que se revirtieron en muy pocas sesiones) y causadas por el miedo a unos datos macroeconómicos que pudieran haber sugerido una desaceleración brusca de la primera economía mundial, y no a la composición del futuro gobierno.
A día de hoy, el consumo, el empleo y el crecimiento económico en EE.UU. gozan de buena salud (hay desaceleración, pero en un entorno de crecimiento). Adicionalmente la temporada de resultados empresariales actualmente en curso, evidencia la fortaleza en los beneficios y de los balances de las grandes empresas, lo que favorece el buen comportamiento de las bolsas. Sentadas las bases del punto de partida, es decir, una economía estadounidense muy sólida, los principales aspectos que preocupan a la mayoría de los analistas financieros tras las elecciones son los siguientes:
• Relaciones comerciales internacionales. Un triunfo de Trump podría poner más trabas al intercambio de mercancías, viéndose especialmente afectado el comercio con China y en segundo lugar con Europa. Harris, como vicepresidenta, no ha eliminado aranceles a China, de hecho, los ha incrementado a lo largo de la legislatura. Las consecuencias directas en ambos casos serán el incremento de la tensión geopolítica y un probable aumento de la inflación.
• Marco impositivo. Es el tema en el que se encuentran más alejados ambos candidatos. Harris quiere llevar a cabo una importante subida de impuestos a las grandes corporaciones y a los grandes patrimonios que le permitan financiar en parte, el importante incremento de la partida de gastos. Trump haría lo opuesto, una reducción de los impuestos a las empresas, es decir, un menor ingreso fiscal que se financiaría con el incremento de los aranceles y adicionalmente llevaría a cabo unos importantes ajustes en las partidas de gastos. El primer caso supondría un castigo para las empresas cotizadas frente a una reacción al alza doen las bolsas en caso de victoria republicana.
• Inmigración. Trump, como lo ha sido en el pasado, está siendo muy agresivo en esta materia y propone deportar a 10 millones de personas sin papeles. Esta medida en un entorno de pleno empleo como el que goza EE.UU. podría suponer un shock en la cadena de suministros y a la par provocar un importante aumento en los costes salariales. Harris por su parte no se ha expresado de forma contundente sobre este punto.
• Déficit público. Este es probablemente el tema que más preocupe a los expertos. El fuerte crecimiento del nivel de deuda en EE.UU. en los últimos años ha llevado a la deuda pública a superar el 125% del PIB, circunstancia que además se ha producido en un entorno de subidas de los tipos de interés, lo que agrava aún más si cabe la situación. Un ejemplo que demuestra la magnitud de este crecimiento es que el gasto en el pago de los intereses de la deuda ha alcanzado el mismo nivel que el del gasto en defensa. En el año 2015 estas partidas suponían unos 550 y 210 billones de dólares respectivamente, frente a los más de 800 billones que suponen ambas partidas en estos momentos. Con este punto de partida, las estimaciones realizadas a las propuestas de los dos candidatos darían como resultado que en los próximos 10 años los demócratas incrementarían en déficit público en otros 2 trillones de dólares frente a los 4 trillones de los republicanos. En ambos casos el fuerte incremento de la deuda que se ha de emitir para financiar ese déficit puede ser un factor clave que juegue un papel importante en los tipos de interés de largo plazo, que podrían mantenerse en niveles más elevados de lo que se prevé.
No es la primera vez que las elecciones enfrentan candidaturas tan opuestas, pero ante este panorama ¿qué ha sucedido en el pasado con los mercados financieros? Lo cierto es que el mejor comportamiento de las bolsas se ha producido siempre, indistintamente del partido que gobierna, cuando hay una mayoría dividida, es decir, cuando el congreso estadounidense está dividido, el senado lo domina un partido y la cámara de representantes el otro. Esta situación favorece la gestación de medidas consensuadas que alejan la probabilidad de éxito de las propuestas extremistas.
Hay que destacar, para quien le guste la estadística, que el año postelectoral no es el de mejor retorno bursátil. El S&P 500 sube de media un 11% en el primer año de mandato frente a la media de los años no electorales del 11,6%. Además, ese primer año es estadísticamente hablando sólo el tercero mejor, siendo el tercer año de mandato presidencial en el que históricamente mejores retornos se han generado. Concluimos con un último dato a este respecto: el último año de mandato presidencial, recordemos que, sin importar el partido en el gobierno, históricamente ha generado unas plusvalías del 2,4%. En 2024 hasta la fecha el S&P 500 supera el 20%.
Desde el punto de vista financiero y partiendo de un enfoque simplista, el dólar americano saldría reforzado con una victoria de Trump (probablemente ya está recogido en la cotización actual), frente a cierta debilidad en el caso de una victoria de Kamala Harris. Los tipos de interés se verán menos afectados con un gobierno débil mientras que si gana Harris y controla el congreso deberíamos de ver una subida de la curva de tipos de interés, al igual que si la victoria es de Donald Trump y consigue el control de ambas cámaras, en ambos casos como consecuencia del mayor déficit presupuestario previsto.
En las bolsas una victoria fuerte de Trump impulsaría inicialmente a las acciones, y podríamos ver caídas si la que domina la política es Harris. En caso de producirse un gobierno sin control del congreso, las cotizaciones estarán a expensas de los resultados y de las previsiones de los futuros beneficios empresariales, pero lo que parece seguro es que la volatilidad, bajo este escenario, se verá incrementada en las sesiones posteriores a la votación para ir posteriormente normalizándose.
Para el final dejamos el escenario que mayor incertidumbre podría generar y que no está totalmente descartado. Este escenario se produciría en caso de no conocerse el ganador de los comicios en las 48 horas posteriores a la votación. Somos conscientes de la igualdad entre ambos candidatos en muchos estados con un peso electoral importante, que decantarían al gobierno a favor de uno u otro candidato, y por ello podríamos ver recuentos interminables, o incluso impugnaciones que llevarían a la intervención de la justicia. Bajo este escenario, la incertidumbre podría pesar sobre las decisiones de inversión, y no sería raro ver una salida de fondos de la renta variable hacia activos refugio como el oro o la renta fija de mayor calidad crediticia.
Hoy empezaremos a salir de dudas