En este sentido, y tras la victoria de Donald Trump en las elecciones presidenciales, hay dos elementos que van a cobrar especial relevancia a partir de enero cuando asuma el gobierno de EEUU, por un lado, cómo van a evolucionar las relaciones con sus socios estratégicos de la OTAN y su principal derivada, la guerra de Ucrania. De otro, la cuestión de las guerras comerciales y la apuesta del presidente electo de aumentar los aranceles.
EEUU está viviendo una moderación de su crecimiento con previsión por parte de la FED de acabar el año en el 2,0%, lo que indicaría que el banco central estaría virando el centro de atención desde el objetivo de inflación al de estabilidad del empleo. Un momento distinto al que vive Europa con un repunte de su crecimiento previsto hasta el 1,2% aunque con la inflación como elemento común.
La economía norteamericana se mantiene impulsada por el consumo, los indicadores de confianza aguantan a pesar del aumento de la tasa de paro. En el mercado laboral, disminuye la percepción de abundancia de plazas y, por tanto, de incentivos para la rotación de puestos de trabajo. Eso puede explicar las cautelas de la FED. En todo caso las posibilidades de recesión se moderan a la baja.
En cuanto a la economía europea se encuentra a la espera de ver cuándo se produce el repunte de actividad. El crecimiento en septiembre (+0,9) fue mayor del esperado, aunque sin despejar la incógnita de si hemos cambiado el ciclo o punto de inflexión, sobre todo por el lastre de Alemania. La caída de la inversión continúa lastrando el crecimiento, que apenas se sustenta por el consumo privado y el gasto público.
La otra cara de la moneda es el mercado de trabajo, con la tasa de desempleo más baja desde la creación de la Eurozona (6,3%), con presión de los salarios que suben por encima de un 3%, 1 punto más que la inflación. Los costes salariales crecen, pero moderándose en un contexto de incertidumbre de crecimiento de PIB.
Por último, China está en una encrucijada, marcada por un objetivo de crecimiento ambicioso, pero con problemas para conseguirlo. Se mantiene un proceso complicado de salida del confinamiento con volatilidades, y los conocidos problemas en el sector inmobiliario. En el tercer trimestre, la economía china creció un 4,6%, por encima de las expectativas y acercándose al objetivo del 5% gracias a la mejora de la actividad manufacturera, impulsada por el despliegue de políticas económicas expansivas. Las exportaciones intentan recuperarse con la Industria y las ventas minoristas estancadas, como consecuencia de lo que parece un cambio de mentalidad de los consumidores.
La FED cumplió el guion previsto y aplicó la semana pasada una nueva rebaja de 0,25% de los tipos de interés que se suma al medio punto aprobado en septiembre, dejándolos en un rango del 4,5% y el 4,75%. La reserva federal no ha aclarado si habrá nuevos recortes antes de que acabe el año. La decisión viene apoyada por una inflación que sigue moderándose en cuanto al índice general, pero con la subyacente resistiéndose a bajar. La razón fundamental es que mientras la energía se ha comportado bien, tanto vivienda como alimentos se mantienen intactos desde el segundo trimestre del año.
En Europa la situación no es muy distinta, la inflación de octubre nos deja una subyacente obstinada y un índice general más volátil, repunta al 2% con una volatilidad marcada por la energía, siendo los servicios la parte más complicada de domesticar. Los costes laborales unitarios están sosteniendo la inflación de beneficios y fiscalidad.
Todo apunta a que el BCE seguirá bajando tipos de forma escalonada y que sume cuatro recortes en 2024. Las expectativas de inflación, en línea con las series históricas y las proyecciones del regulador europeo señalan un anclaje que permitiría al BCE profundizar la política de bajadas.
En general la renta fija continúa ofreciendo oportunidades interesantes por las rentabilidades atractivas que presenta. Las rentabilidades ofrecidas por los bonos soberanos se mantienen en el mes de octubre prácticamente a los niveles que ofrecían a principio de año. Con rentabilidades reales atractivas, y con previsibles nuevas rebajas de los tipos de interés oficiales, alargar ligeramente la duración de las carteras es una buena oportunidad, especialmente con preferencia por Europa.
En cuanto a renta variable se mantiene la sensación de estar en máximos. Hay sobrevaloración, en algunos sectores, como en las tecnológicas en EEUU, no así en Europa y emergentes. Con este contexto, hay que ser cautelosos con la renta variable y en 2025 apostar por Europa.