Este es el principal dato que ha dejado 2023, año en el que se estima que se produjeron más de 131.500 fuegos o explosiones, 28.312 en edificaciones, de los que 18.512 tuvieron lugar en viviendas. De nuevo, los mayores de 64 años vuelven a ser el grupo de mayor riesgo, con el 49,1% del total de víctimas y 85 fallecidos, en lo que a la cifra total de muertes en vivienda se refiere.
Uno de los datos más relevantes de este informe son los 173 fallecidos en viviendas (3 menos que en 2022), principalmente hombres (102, el 59% del total), debido a incendios que comienzan mayoritariamente en el salón (48,8%). El segundo espacio más ‘peligroso’ de la casa es el dormitorio, con el 27,6%, y, en tercer lugar, la cocina, con el 10,6% de los fallecidos. La franja horaria con más incendios mortales fue la nocturna, con más de 102 muertes certificadas (58,9%) entre las 20:00 y las 8:00 horas; frente a las 65 (37,6%) ocurridas entre las 08:00 y las 20:00 horas.
Un año más, las viviendas que se encuentran en un bloque de edificios fueron las que más víctimas mortales sufrieron (61,8%), frente a las unifamiliares (38,2%). Esta situación se ha repetido en los últimos años, lo que evidencia la tendencia a un mayor número de víctimas mortales en edificios de viviendas, en donde también vive un mayor número total de personas.
En 2023, el 76,9% de las muertes se registró entre semana (44, en miércoles y 26, en lunes); y el 23,1% en fin de semana. Además, el riesgo de morir en un incendio se multiplica por 3 en personas que viven solas.
Entre las causas de fallecimiento por incendio en la vivienda, destaca la inhalación de humo y gases tóxicos, que produjo la muerte a 135 personas (78%); es decir, 3 de cada 4 fallecieron por un motivo evitable en caso de haber tenido instalado un detector de humos. La segunda causa de fallecimiento son las quemaduras, con un 19,1%, y en tercer y cuarto lugar, con un porcentaje menor, los traumatismos (1,2%) y otras lesiones (0,5%).
De los datos confirmados en el informe, en 2023, los incendios y explosiones en viviendas se originaron principalmente por fallos en aparatos eléctricos, que provocaron 36 víctimas mortales, seguido de chimeneas, estufas, braseros y otros productores de calor, que causaron 27 víctimas.
Durante el año 2023, un total de 150 personas (el 60%), perdieron la vida entre enero y marzo y entre octubre y diciembre, lo que deja claro que la mortalidad por incendio está directamente relacionada con las bajas temperaturas y el uso de sistemas de calefacción. Respecto a los datos de fallecidos en viviendas, durante los meses fríos se produjeron un total de 99 víctimas mortales (57%). Los peores meses fueron enero, febrero y marzo, con un total de 56 fallecidos.
En términos absolutos, Cataluña fue la Comunidad Autónoma con mayor número de víctimas mortales por fuego, con 46; seguida de Andalucía, con 42; y la Comunidad Valenciana, con 37 fallecidos.
En relación a los fallecidos por incendios en vivienda, la comunidad autónoma con mayor número de víctimas en 2023 fue Andalucía, con 32 fallecidos. La segunda fue Cataluña, con 31, seguida de la Comunidad Valenciana, con 27.
Las residencias de mayores son centros especialmente vulnerables a las víctimas mortales de incendios por la dificultad de evacuación rápida de sus ocupantes. En los últimos 10 años (hasta 2023), las residencias han registrado un total de 48 fallecidos por incendio. Como medidas de prevención, los expertos destacan la importancia de que estos centros asistenciales dispongan de sistemas de alerta temprana y extinción automática; fomenten la formación continua de los trabajadores y refuercen las inspecciones por parte de los servicios de prevención. El incremento de fallecidos por incendio en 2023 hizo que España perdiera algunos puestos a nivel mundial, aunque sigue manteniéndose entre los países de Europa con menores tasas poblacionales, con 4 muertes por millón de habitantes.
Para prevenir un incendio, Fundación MAPFRE y la APTB proponen pautas sencillas como, no sobrecargar las instalaciones eléctricas, y en concreto los enchufes, no desatender velas, sartenes o planchas; nunca dejar la chimenea ni estufas de combustión encendidas por la noche o sin apagarlas completamente, incluidas las brasas; evitar el uso de braseros y aparatos similares que sean antiguos o que no estén homologados; y no utilizar combustibles o acelerantes para encender o avivar el fuego en chimeneas, estufas…
También aconsejan tener cuidado con el uso de ciertos aparatos eléctricos, como por ejemplo un radiador o un calefactor, que nunca deben cubrirse o acercarse a ropa o cortinas, y que un electricista autorizado compruebe que las instalaciones de electricidad no estén obsoletas para la carga eléctrica que actualmente exigen ciertos electrodomésticos, como las placas vitrocerámicas o de inducción, las secadoras de ropa o los sistemas de aire acondicionado.
Además, todas las instalaciones eléctricas deben contar con elementos de protección, tanto para las personas (interruptor diferencial) como para los circuitos (pequeños interruptores automáticos), y siempre sin olvidar la necesaria toma de tierra. En este sentido, es recomendable que las instalaciones de las viviendas de más de 30 años sean revisadas por profesionales autorizados, especialmente en cuanto a la posible existencia de elementos como el empalme de los cables y los enchufes en mal estado. Los expertos recomiendan, además, aprender a identificar fugas de gas internas, que, aunque son poco habituales, pueden generar una explosión. En caso de que se produzca una fuga, es fácil reconocerlo por su olor (similar a huevo podrido). En esta situación no se debe tocar ningún interruptor (para evitar generar una chispa) y es muy importante abrir la ventana para que se ventile el espacio y llamar a los bomberos desde otra estancia.
También hacen hincapié en la importancia de aprender a utilizar un extintor, instalar un detector de humos, cuyo precio es de unos 20 euros y puede salvar la vida de los moradores, sobre todo en incendios nocturnos, enseñar a los escolares dónde están las salidas de emergencia de su edificio y que no deben esconderse debajo de camas o dentro de armarios si se produce un fuego, ya que ello dificultaría su rescate por parte de los bomberos.
Además, si no hay peligro, se debe intentar apagar el fuego y, si no se puede, alertar a todos los ocupantes de la vivienda para realizar la evacuación de manera ágil y ordenada, y cerrando la puerta al fuego (para que no se extienda). Se debe salir en el menor tiempo posible, sin recoger nada excepto las llaves de la vivienda para entregárselas a los bomberos a su llegada. Sin usar el ascensor, y ya en la calle, se aconseja llamar al 112. Si no se puede salir porque hay fuego o humo en la escalera, se debe llamar al 112, cerrar todas las puertas a nuestro paso, tapar con paños húmedos las rendijas, refugiarse en la estancia más alejada del fuego y, a ser posible, que disponga de ventana para dejarse ver desde ella y, sin perder la calma, esperar la llegada de los bomberos.