En efecto, y el hoy ministro López se puede apuntar en su haber una de las mayores crisis políticas de lo poco que queda del psoe de antaño. Su torticera actuación ha puesto en evidencia a los modos de gobernar el partido, a la fiscalia y a la maltrecha honestidad de propios, y ajenos.
En este contexto se ha producido la incomprensible comparecencia del líder del PSOE de Madrid, Lobato, para rechazar el “linchamiento” que dijo estar sufriendo desde su partido en el marco de la causa por revelación de secretos que afecta al fiscal general del Estado, García Ortiz, y aseguró que “la democracia y la ley están por encima” de cualquier formación política.
Según señaló, desde La Moncloa se le envió una copia, aparecida en los medios de comunicación, del correo enviado por el novio de Ayuso a la Fiscalía para llegar a un acuerdo en el sumario por fraude fiscal que tiene abierto. En este sentido, Lobato indicó que fue al notario para “acreditar” el “origen lícito” de esta información que se le dio desde el Gobierno.
A partir de ahí empiezan los problemas y las dudas. Para Lobato el hecho de dejar constancia de este hecho no justifica su linchamiento y su más que previsible pérdida de poder. Tratando de arreglar su imagen terminó su actuación defendiendo a su partido, puesto que “no es una secta ni una agencia de colocación de amigos a los que proteger”. “El PSOE es un partido democrático, con 145 años de historia, de honestidad”.
Pero con la decapitación de Lobato no acaba en estrepitoso fracaso el intento de Sanchez de anular a Diaz Ayuso. Ahora comienza, quieran o no, la muerte profesional de García Ortiz que ante la serie de delitos cometidos deberá, mas temprano que tarde, abandonar su actual puesto de servidor fiel de La Moncloa.
Su tiempo en la Fiscalía ha terminado y el tiempo de su salida esta próximo, puesto que cualquier actuación que lleve a cabo estará recubierta de su propio fango.
De momento, la batalla contra la obsesión de Pedro Sánchez le está saliendo muy cara o al menos ese es el balance que desde el exterior se contempla y no digamos entre las propias filas de los pocos socialistas que van quedando en el partido. Pero no hay tener pena, para Sánchez la verdad es todo lo contrario y delante de los falsos trabajadores de UGT se ha permitido decir que «hemos logrado frenar la ola reaccionaria» con «gobiernos de coalición y en minoría parlamentaria».
El jefe del Ejecutivo ensalzó en Barcelona las políticas progresistas de su Gobierno y afirmó estar «en el lado correcto de la historia» frente a la derecha, «que ha dejado el debate de las ideas», y «los discursos xenófobos que lideran algunas formaciones de manera directa o indirecta». Sánchez animó a «volver a ganar» en las urnas y, para ello, pidió al sindicato «seguir trabajando codo con codo» con el Ejecutivo.
Y en un increíble guiño a la historia defendió » haber ganado la moción de censura a un Gobierno condenado por corrupción, haber ganado las elecciones generales en 2019 y en 2023″, cuando todo el mundo sabe que en 2023 el Partido Popular obtuvo 137 escaños, mientras que el PSOE obtuvo 121 escaños.
Pero eso a él le da lo mismo, porque su especialidad es subsistir, resistir, aunque para ello haya que “matar” a quien se ponga por delante, se llame Juan o Begoña.