Lobato señaló en un comunicado que no sigue al frente de los socialistas madrileños asegurando que no cree «en la destrucción del adversario, en la aniquilación del que discrepa y del que piensa diferente». Su dimisión se produce a dos días de tener que acudir a Tribunal Supremo a declarar como testigo tras confirmar que acudió a un notario para dar fe de unos mensajes de Moncloa que afectan a la pareja de la presidenta de la Comunidad de Madrid, Díaz Ayuso, en la causa contra el fiscal general del Estado, García Ortiz.
Lobato reafirmó que su «compromiso con el PSOE sigue y seguirá ahí. Hoy doy un paso al lado del liderazgo, pero tenéis mi compromiso de que en cada etapa futura que corresponda asumiré mi responsabilidad como militante para ayudar al partido a continuar trabajando para mejorar la vida de la gente». «Para mí la política es otra cosa. Y la lealtad a mi partido es trabajar para poner en marcha sus principios, aquello que lleva más de 145 años representando: la igualdad, la libertad, la democracia, la educación y la sanidad pública, la defensa de los más vulnerables, el no dejar a nadie atrás», señaló.
El dirigente apuntó que «el PSOE ha sido siempre una organización abierta, que se alimenta del debate entre todos. Un partido que debe tomar las decisiones por mayoría y esas decisiones se deben argumentar, compartir y no imponer. Y en el que, una vez acordadas, se defienden y se aplican por todos», y añadió que es un partido «en el que no se ataca o se denosta al que no coincide con la opinión de la dirección del partido en cada ámbito territorial».
Unas declaraciones críticas que se suman al «linchamiento» que denunció en rueda de prensa para defender su actuación. Lobato aseguró estar «preocupado por la reacción y linchamiento» por parte de algunos dirigentes del PSOE.
El socialista sostuvo que «hay que apostar con decisión por la política con mayúsculas, gente con distintas opiniones pueden sumar y aportar ideas. Es la política que he aplicado en cualquier lugar o posición en la que he representado a la ciudadanía y a mi partido, la que escucha, la que argumenta, la que no insulta o aniquila al propio o al de enfrente, sino que trata de convencerle y buscar puntos en común. No contemplo otra forma de hacer política».
Por último, se despidió agradeciendo «el inmenso apoyo que he recibido estos días de miles de militantes de toda España» y esperando que su decisión «no suponga una decepción para vosotros, para mí no lo es».