Nadie que siga mínimamente la actualidad política española puede renunciar a contemplar como lo que empezó siendo un simple comentario de barra de bar, se ha convertido en un inmenso tsunami de porquería que terminara por arruinar a gran parte de la clase política española de izquierdas que, con toda probabilidad pagara uno de los precios mas altos que se hayan visto tras que los jueces aclaren que es verdad y que es mentira de toda esta cantidad de delitos cometidos por un buen número de altos cargos socialistas o ligados al socialismo al que no le ha servido de nada contemplar lo que paso en Andalucía y que les hecho del poder regional más carismático de su reciente historia política y que, de hecho les ha impedido ganar todas las siguientes elecciones generales, aunque la estrategia Frankenstein les haya permitido gobernar desde La Moncloa, pero en lugar de recuperar los famosos años de honradez que con tanto orgullo defendieron en décadas pasadas se han limitado a copiar y ampliar el modelo de los EREs que tanto daño les generó.
Por si eso fuera poco, el deterioro de la imagen que los ciudadanos poseen de la actividad política se ha degradado de tal manera que lo que antes era una manera prestigiada de ayudar a la sociedad se ha convertido en la peor manera de ganarse la vida malamente y sino que se lo pregunten a los jóvenes y verán que piensan de los políticos y como estos se desentienden de su forma de entender la actividad política.
Y lo peor de todo es que esto no ha hecho mas que empezar. El deterioro al que nos lleva la contemplación del espectáculo de unos y otros es tan descomunal que ningún sociólogo es capaz de calibrar el daño reputacional al que nos encaminamos. Evidentemente, tiempo habrá para encontrar soluciones pero los arreglos de este tipo de cosas suelen ser muy caros y muy largos en el tiempo.