Este es ya el tercer año en el que ponemos el foco en identificar los temas clave que darán forma al panorama global, destacando las áreas con mayor potencial para inspirar decisiones informadas y transformadoras. A continuación, compartimos nuestra visión sobre los aspectos que, a nuestro parecer, captarán mayor atención este año:
1. Evolución del Mercado de Impacto y la Regulación
El mercado de impacto continúa evolucionando, y este crecimiento exige mayor enfoque en la ejecución y menos en la proliferación de nuevos marcos regulatorios. Aunque contar con normativas que definan las reglas del juego es esencial, el verdadero desafío radica en permitir un margen temporal suficiente para que empresas y actores del sector se adapten a la nueva realidad. Además, la flexibilidad es crucial, ya que no todos los escenarios encajan bajo un mismo modelo regulatorio. Con una realidad social y ambiental llena de matices, los próximos años serán decisivos para convertir las regulaciones existentes en prácticas concretas que generen impacto real sin sofocar la innovación que define al sector.
2. De la Medición a la Utilidad
Tras años centrados en acumular datos y estandarizar métricas, el sector de impacto comienza a dar pasos significativos hacia la calidad en la medición. La clave no radica en la cantidad de información recopilada, sino en cómo esa información se traduce en decisiones significativas. Un ejemplo claro se encuentra en el sector de vivienda asequible, donde el análisis de datos sobre acceso y coste ha permitido redirigir inversiones hacia proyectos que realmente maximizan el impacto en comunidades vulnerables. Este enfoque demuestra que la medición efectiva no es un fin en sí mismo, sino una herramienta estratégica. Por ello, es fundamental replantearse preguntas esenciales: ¿Para qué medimos? ¿Qué queremos lograr? ¿Cómo contribuirá esta medición a mejoras reales? En este proceso, el sentido común y la utilidad deben ser el eje central, asegurando que cada esfuerzo de medición esté alineado con resultados significativos y transformadores.
3. Cambio en Términos y Narrativas
Estamos siendo testigos de una transformación profunda en cómo hablamos de sostenibilidad e impacto, un cambio que refleja tanto la madurez del sector como un compromiso más genuino con los retos que enfrentamos. Algunos ejemplos de esta evolución incluyen:
• De ESG a sostenibilidad: ESG está dejando paso a «sostenibilidad», un término más universal que trasciende lo técnico, permitiendo abarcar tanto las necesidades del sector financiero como las de otros sectores y realidades sociales.
• De transición climática a transición justa: El término «transición justa» ha ganado fuerza, subrayando que no se trata solo de mitigar el cambio climático, sino de hacerlo sin dejar a nadie atrás, asegurando que las comunidades más vulnerables tengan un lugar en este esfuerzo global.
• De los ODS a áreas tangibles: Los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) están siendo reinterpretados en términos más concretos, focalizándose en temas específicos que pueden convertirse en acciones reales y medibles y evitando la, por desgracia, politización y tergiversación, en ocasiones, de la finalidad de estos.
Estos cambios no son casualidad. Responden a la necesidad de superar años de conceptos amplios y poco accionables, sustituyendo la sobreactuación por una conversación más auténtica, efectiva y conectada con la realidad. Depurar los términos no solo clarifica el mensaje; también marca el camino hacia un impacto más profundo y verdaderamente transformador.
4. El Papel Exponencial de la IA
La inteligencia artificial emerge como una herramienta con un potencial inmenso, capaz de generar tanto oportunidades como riesgos. Sectores esenciales como la salud y la educación podrían enfrentar desafíos importantes si el acceso a estas tecnologías no se democratiza, perpetuando desigualdades ya existentes. En el ámbito climático, el consumo energético de las aplicaciones basadas en IA podría intensificar las emisiones de carbono si no se implementan prácticas responsables. Estos riesgos subrayan la necesidad de adoptar un enfoque ético y consciente en el desarrollo y uso de la IA.
Sin embargo, también sería un error ignorar los beneficios transformadores que la IA puede ofrecer en estos mismos sectores, revolucionando la manera en que abordamos problemas complejos y ampliando los límites de lo posible. Hace más de un siglo, el filósofo Romano Guardini reflexionaba sobre la relación entre tecnología y humanidad, alertando contra la tentación de aferrarse al pasado mientras invitaba a abrazar el futuro con una visión profundamente humana. Guardini afirmaba: “Nuestro puesto está en el porvenir. Todos han de buscar posiciones allí donde corresponde a cada uno […]. Es cierto que se trata de problemas técnicos, científicos y políticos; pero es preciso resolverlos planteándolos desde el punto de vista humano”.
Sus palabras resuenan hoy más que nunca, recordándonos que, frente a los desafíos que plantea la IA, debemos fomentar una «nueva humanidad» que equilibre el progreso tecnológico con una profunda espiritualidad, una libertad auténtica y un compromiso renovado con el bienestar colectivo.
5. Desacoplamiento entre Mercados Privados y Líquidos
Los mercados privados se consolidan como el epicentro del impacto transformador, donde la intención, la adicionalidad y la materialidad se convierten en pilares clave. Según la Global Impact Investing Network (GIIN), el mercado de impacto ha crecido hasta los 1,5 Tn de dólares a nivel global, destacando su relevancia frente al parón experimentado en el crecimiento de activos observado en los mercados líquidos, que aún lidian con las secuelas de euforias y promesas incumplidas del pasado.
Para evitar repetir los errores que hemos vivido en mercados líquidos, los mercados privados deben ajustar sus expectativas y adoptar una ejecución basada en datos sólidos y objetivos realistas. Esto implica una clasificación rigurosa entre inversiones ESG, temáticas y de impacto, garantizando una alineación más honesta con las capacidades reales de estos activos.
En el terreno de los activos líquidos, esperamos que poco a poco los inversores comiencen a entender que lo que realmente tiene sentido es apostar por un camino hacia la transición. Creemos que es hora de cambiar el enfoque hacia estrategias best effort, aquellas que premian el esfuerzo y el compromiso con la mejora continua, en lugar de centrarse únicamente en las best in class, que destacan a los líderes actuales en sostenibilidad.
Este cambio de mentalidad nos parece crucial, ya que reconocer el progreso, más que la perfección, es lo que puede impulsar una transición más inclusiva y real hacia prácticas responsables. Al apoyar a quienes están en el camino hacia modelos más sostenibles, no solo se fomenta el impacto real, sino que se amplían las oportunidades de transformación en sectores y empresas que son clave para un futuro más sostenible.
Paralelamente, los grandes inversores de impacto están experimentando una transformación notable. Las grandes gestoras de activos están adquiriendo boutiques especializadas en impacto y mercados privados, y los principales grupos inversores concentran cada vez más su atención en problemáticas climáticas, atraídos por su escalabilidad y el volumen de capital que pueden movilizar.
En este entorno, el papel de actores medianos profundamente comprometidos con el impacto es más importante que nunca. Grandes grupos familiares, fundaciones, entidades religiosas o asesores especializados como Portocolom desempeñan un rol crucial al abordar retos sociales y climáticos con inversiones de menor tamaño pero un impacto extraordinariamente transformador (y rentable). Estas organizaciones aportan agilidad, autenticidad y un enfoque centrado en soluciones reales, demostrando que la profundidad del impacto no siempre depende de la magnitud de la inversión, sino de la intencionalidad y el compromiso con el cambio.
6. Temáticas Emergentes
El 2025 estará marcado por la creciente relevancia de ciertas áreas temáticas, tanto en lo ambiental como en lo social. En clima vemos cada vez más estrategias en torno a la transición justa y el compromiso con la biodiversidad. Además, esperamos que este año sea el del despegue, por fin, del mercado de créditos de carbono y veremos focos de atención nuevos en áreas como los micro reactores nucleares como alternativa viable para satisfacer las demandas energéticas intensivas de la inteligencia artificial.
En lo social creemos que la crisis global de vivienda a la que nos estamos enfrentando impulsará inversiones significativas en vivienda asequible, y tanto salud como educación experimentarán un crecimiento exponencial gracias a la IA, que actuará como habilitador tecnológico para soluciones escalables y personalizadas.
7. Impacto de la Administración Trump
La incertidumbre sobre el impacto de una nueva administración Trump plantea interrogantes en áreas como regulación climática y cohesión social. Durante su anterior mandato, se observaron retrocesos significativos en regulaciones climáticas, como la salida del Acuerdo de París, y una menor cohesión social debido a políticas polarizadoras. Estos antecedentes generan preocupación sobre cómo podría influir nuevamente en estas áreas. Es probable que su influencia sea significativa, pero todavía está por definirse.
El 2025 se perfila como un año clave de consolidación, ajustes estratégicos y un pragmatismo necesario. En este camino, las inversiones sostenibles y de impacto deberán enfocarse en lo que realmente importa: la utilidad práctica, la ejecución efectiva y una inclusión genuina que no deje a nadie atrás. Es fundamental aprender de los errores del pasado para construir un futuro más justo y sostenible, donde cada decisión que tomemos hoy no solo marque la dirección, sino también la profundidad y la autenticidad de nuestro impacto mañana.