La amenaza implicará tasas aduaneras adicionales de hasta el 20% para todos los bienes importados del bloque comunitario. En una reunión extraordinaria, los ministros de Comercio de los Veintisiete se verán este lunes las caras para elucubrar una respuesta unificada a la amenaza esgrimida por Estados Unidos.
Si bien las competencias en materia de Comercio corresponden a los Estados miembro, el bloque comunitario trata de edificar cierta unidad para responder a los aranceles universales anunciados por la Casa Blanca. Una nueva ronda que no solo afecta a la UE sino a una larga lista de socios tradicionales de Estados Unidos. En el Viejo Continente, la voz cantante, como de costumbre, la llevan Francia y Alemania. El motor de decisiones de la UE ha puesto el foco en las grandes tecnológicas americanas, un sector con el que Bruselas podría asestar un golpe de 110.000 millones a Washington al tiempo que le hace daño donde más le duele.
Las conversaciones de los Veintisiete están todavía en sus inicios y quedan todavía muchos pasos por dar. Sin embargo, la intención de atacar los servicios tecnológicos estadounidenses ya fue manifestada tanto por París y por Berlín. Un paso que sienta las bases para la conversación. Al tiempo, la Comisión Europea cuenta con un arma, el mecanismo anticoerción. Diseñado como respuesta a la tensión comercial del primer mandato de Trump, permitiría al bloque poner en marcha medidas para defenderse.Este instrumento capacita al bloque comunitario para aplicar respuestas que permitan forzar la detención de la coerción económica ejercida por otro país. Es así que la UE podría aplicar restricciones a las importaciones y exportaciones de bienes y servicios, pero también la suspensión de las obligaciones relativas a los derechos de propiedad intelectual, la exclusión del mercado interior como en el acceso a los concursos públicos, restricciones a las inversiones y a la financiación o evitar la entrada en el mercado comunitario de productos amparándose en la normativa sobre químicos y productos sanitarios.
La guerra comercial ya está aquí, aseveraba Pekín el viernes. El gigante asiático es uno de los países más afectados por la última ronda de aranceles de Trump, con tasas aduaneras del 34% para los productos importados de China. Pero al Ejecutivo de Xi Jinping tampoco es que le haya temblado el pulso. La respuesta han sido aranceles del 34% a las importaciones de productos estadounidenses, en lo que supone una clara escalada de las tensiones.
Tal medida entrará en vigor a partir del 10 de abril. Además, hay que considerar dos medidas adicionales: por un lado, incluirá a 16 entidades en la lista de control de exportaciones, limitando su actividad en el país. Por otro, restringirá las ventas de tierras raras. La UE, no obstante, ha sido algo más cauta por el momento. La presidenta de la Comisión Europea ha asegurado que Bruselas «está lista para responder», que «tiene todos los instrumentos sobre la mesa» (en relación al mecanismo anticoerción) y mientras baraja una nueva ronda arancelaria, mantiene las conversaciones con Washington en un intento por llegar a un acuerdo. Porque no es demasiado tarde para que el principal bloque comercial del mundo, el que constituye la relación trasatlántica entre EEUU y la UE, encuentre puntos en común.
Pese a la voluntad de negociar, no es que la UE espere que Trump retire los aranceles que ha impuesto. El bloque trabaja en un escenario en el que las tasas anunciadas se queden. En este esfuerzo, Washington continúa cargando sobre el impuesto del IVA, que considera que pone en desventaja comparativa a los productos estadounidenses e interpreta como un arancel, pese a que no lo es y se aplica a todos los productos. También ha cargado contra el impuesto a los servicios digitales que fue pactado en el marco de la Organización para el Desarrollo y la Cooperación Económica (OCDE).
La fiebre de los aranceles, promesa de campaña del republicano y retrato del nuevo mandato de la Casa Blanca, arrancó el pasado febrero con la tasa a las importaciones de acero y aluminio del 25%, también a las procedentes del bloque comunitario. Bruselas no tardó en reaccionar y reintrodujo los aranceles que habían estado en vigor en 2018, que incluyen importaciones como motos Harley Davidson, vaqueros Levi’s o el bourbon estadounidense. A ello se sumaría otra ronda de productos a mediados de mes, sin embargo, la falta de actualización del listado de productos europeos ha suscitado malestar en el bloque. Está por ver, por tanto, cómo prosigue su aplicación.