Es posible. Por varios motivos:
• Subidas acumuladas: Los índices estadounidenses venían de una racha muy fuerte. El S&P 500 y el Nasdaq habían marcado máximos históricos o se acercaban a ellos. En estos niveles, cualquier evento que añada riesgo puede provocar ventas por precaución o simplemente para asegurar ganancias.
• Relación riesgo/retorno más estrecha: A medida que los precios suben, el potencial de retorno adicional se reduce, y el riesgo percibido aumenta. Eso lleva a gestores institucionales a rebalancear sus carteras.
• Mercado sobrecomprado: Desde un punto de vista técnico, muchos activos estaban en zonas de sobrecompra (RSI altos, divergencias bajistas), lo cual refuerza la probabilidad de una corrección técnica.
• Flujo hacia Europa y emergentes: Si Europa comienza a mostrar brotes verdes económicos y se ve menos afectada por los conflictos comerciales, puede haber una rotación geográfica de capitales.
¿Qué va a pasar ahora? Probablemente, Trump llegará a un acuerdo con sus principales socios comerciales y adversarios, incluido China.
Para después del verano, los nuevos aranceles estarán aprobados. Algunos analistas prevén que se sitúen entre el 10% y el 20% dependiendo de los productos y países, con algunas excepciones de países y productos exentos. Mientras, seguirá habiendo volatilidad y más sobresaltos. Con esta mirada puesta en el futuro, un inversor precavido debe diversificar, con cabeza fría, propósito claro y herramientas activas.
En tiempos de volatilidad política y económica, lo más valioso es lo que escasea: la serenidad. Cabeza fría para no tomar decisiones al ritmo del pánico o la euforia. Porque lo que Trump firma hoy, el Congreso puede matizar mañana. Y en tres años y medio hay elecciones. Nada es definitivo. Ante este panorama, más que refugiarse en soluciones automáticas —como indexarse o huir a la renta fija sin evaluar riesgos—, es momento de recuperar el timón y apostar por la gestión activa. Sí: es tiempo de seleccionar, no de seguir al rebaño.
– Gestión activa con sentido: estrategias value y quality cobran protagonismo. En contextos de incertidumbre como el actual, debe primar la inversión en empresas de alta calidad (quality investment): grandes multinacionales con ventajas competitivas claras, barreras de entrada sólidas y factores diferenciadores respecto a su competencia.
– Valoraciones con lupa: volvemos al básico que nunca falla —el PER. Buscamos empresas con valoraciones atractivas, no modas infladas por flujos ciegos de capital. El precio puede bajar, pero el value bien elegido resiste.
– Escudos históricos: oro y plata vuelven a entrar en la conversación como activos que no dependen de decisiones políticas. Cuando todo se agita, los metales preciosos siguen hablando el idioma de la estabilidad.
– Descorrelación real: es hora de mirar también fuera del radar tradicional. Inversiones como el crowdlending ofrecen flujos estables, exposición directa a la economía real y poca correlación con los vaivenes geopolíticos. Un complemento cada vez más relevante.
Recordemos: el dinero invertido no se necesita hoy. Está sembrado para dar fruto más adelante. Y tras la tormenta, llega el arcoíris. No subestimemos el efecto rebote cuando los nervios se calman y los fundamentos resurgen. Y esto no ha terminado. Los países afectados aún no han hecho su jugada. El tablero está en movimiento, y quien mire a largo plazo debe prepararse para más cambios… y más oportunidades.
Activos en el radar
En este contexto de corrección, Europa empieza a asomar como opción de rotación para gestores globales:
• Valoraciones más atractivas: En términos de PER y P/BV, Europa cotiza con un descuento histórico respecto a EE.UU., lo que la hace más atractiva en un entorno de menor apetito por riesgo o búsqueda de activos infravalorados.
• Ciclo económico más retrasado: A diferencia de EE.UU., Europa no ha terminado de digerir la ralentización post-COVID. Esto implica que puede tener más margen de recuperación y menos riesgo de recalentamiento.
• Política monetaria más flexible: El BCE parece más predispuesto que la Fed a recortar tipos en el corto plazo, sobre todo si la inflación subyacente sigue cediendo. Esto genera viento de cola para sectores sensibles a tipos como bancos, inmobiliario o consumo.
• Menor exposición a tensiones geopolíticas directas: Aunque Europa no está exenta de riesgos, su economía depende menos de la tensión comercial entre EE.UU. y Asia.
Europa está en su mejor momento y los mercados lo saben. Es hora de posicionarse estratégicamente y aprovechar el potencial de revalorización.
Por otra parte, en tiempos de volatilidad, el oro se mantiene como un activo refugio que protege el patrimonio de los inversores de manera efectiva. En periodos de incertidumbre económica, su valor tiende a aumentar, sirviendo como un escudo contra la inflación y la devaluación de las monedas.
Enn este contexto se recomienda tener un mínimo del 25% de la cartera en oro por su capacidad diversificadora para proteger el patrimonio. Tiene el mejor caldo de cultivo sobre la mesa: guerras, tensiones geopolíticas, bajadas de tipos, deuda americana y una China que, junto con los BRIC, está empeñada en crear un nuevo orden económico mundial. No me extrañaría que su divisa fuese el oro, simplemente por la cantidad ingente que está comprando el país de los yuanes. Además, la commodity dorada está inversamente correlacionada con los tipos de interés. Aunque la FED se hará de rogar debido al potencial inflacionista de Trump, el BCE ha manifestado abiertamente su intención de adoptar políticas monetarias menos restrictivas para favorecer la actividad en el Viejo Continente. De hecho, se prevén tres recortes adicionales a lo largo del año. Y por último, el protagonista de la actualidad, Trump, con su reducción de impuestos y planes de ayudas a las empresas que aumentarán el gasto público, y en consecuencia creará más deuda. Y cuando la deuda estadounidense sube, también lo hace la cotización del activo refugio.
Lo que estamos viendo no es solo una corrección de precios, sino posiblemente una corrección de expectativas. Los mercados se adelantan, pero también castigan rápido cuando el relato se resquebraja. Los aranceles fueron el detonante, pero debajo había una necesidad de consolidar beneficios, recalibrar riesgos y repensar dónde está el valor.