La economía estadounidense comienza a mostrar signos de deterioro a pesar de que los datos de carácter más atrasado (PIB, empleo) siguen mostrando fortaleza. El PMI manufacturero por ejemplo se mantenía a duras penas por encima de la zona de expansión en 50,2, pero perdiendo fuerza respecto al mes anterior (52,7). También decepcionaron las ventas minoristas con una leve subida del 0,2% cuando el mercado esperaba un 0,6%. El consumidor estadounidense está preocupado por el devenir de ¨ hasta 4 bajadas de tipos de interés por parte de la FED en este 2025, que podía llevar los tipos oficiales por debajo del 3,50%.
En clara contraposición, en Europa se percibe un mayor optimismo en las últimas semanas, con unos PMIs manufactureros que siguen en tendencia positiva tratando de salir de la zona de contracción, y un PMI de servicios que mejoró ligeramente hasta 51 puntos. El PIB trimestral subía por encima de lo esperado en diciembre, y dejaba un dato de crecimiento interanual del 1,2% frente al 0,9% que anticipaba el mercado. A nivel de confianza las cosas están cambiando claramente tras la decisión de Alemania sobre su techo de gasto, con importantes inversiones en defensa e infraestructuras, que han mejorado las previsiones de crecimiento, especialmente a partir de 2026. Así lo muestra el índice de confianza del instituto ZEW que alcanzó 39,8 puntos, su mayor valor en ocho meses, y muy por encima del dato anterior de 24,2.
Sin embargo, todo lo comentado anteriormente, además de pasar temporalmente a segundo plano, puede quedar obsoleto en un corto espacio de tiempo a tenor de los últimos acontecimientos que estamos viviendo con la guerra comercial iniciada desde Estados Unidos por la administración Trump. El 5 de abril entraba en vigor una tarifa plana universal de aranceles del 10%, que posteriormente (9 de abril) se vería incrementada en un porcentaje que varía según la región, 10% para la Unión Europea, 21% para Suiza, 34% para China y 26% para India, por poner algunos ejemplos.
Algunos países mostraron su predisposición a alcanzar un acuerdo con Estados Unidos (con mayor o menor grado de protesta), sin embargo China decidió contra atacar con una medida parecida, elevando los aranceles sobre bienes que entran en el país asiático procedentes de suelo americano, y que tras un par de idas y venidas, han terminado en el 125%. Trump por su parte ha elevado hasta el 145% el arancel cobrado a producto chino, y parece que las autoridades chinas han decidido frenar la escalada, alegando que el producto estadounidense tiene tan poco mercado en China, que subir más ya no va a tener ningún efecto práctico. Por el camino, y como medida adicional de presión por parte de Trump, este ha “congelado” la aplicación de los aranceles durante 90 días para el resto de países que mostraron una voluntad conciliadora.
El impacto de estos aranceles puede tener consecuencias muy serias para la economía, tanto de manera directa como indirecta. Para empezar, el encarecimiento del producto importado supone un mayor coste de producción, y para que las compañías puedan mantener sus márgenes de beneficio, lo normal es que lo trasladen (total o parcialmente) al consumidor. Este hecho eleva significativamente el riesgo de inflación a corto plazo, y además paraliza la inversión por parte de las compañías, que lógicamente esperarán a que se reduzca la incertidumbre actual antes de tomar ninguna decisión importante, ya que estas inversiones pueden comprometer cantidades elevadas de capital durante varios años. Asimismo, se está produciendo un aumento espectacular en la volatilidad de los mercados financieros (tanto en renta variable como en renta fija), y se percibe también una mayor tensión en las relaciones entre países, que de no solucionarse pronto pueden enquistarse de cara al futuro.
A nivel regional los mercados emergentes, especialmente los asiáticos, pueden ser los más afectados. Si los aranceles persisten, se calcula que el crecimiento de la región podría ser inferior al 4%, comparado con el 5,1% visto en 2024. En contraste, Latinoamérica podría beneficiarse, ya que su arancel es únicamente del 10% y un USD más débil le favorecería. En Europa, la caída del crecimiento podría estar entre 0,3% y 0,5% debido a los aranceles. Sin embargo, las inversiones en defensa e infraestructuras (con claro protagonismo de Alemania), podrían contrarrestar parcialmente estas caídas.
La clave de cara al futuro estará en la capacidad de negociación bilateral de los diferentes países y bloques económicos. A mayor velocidad de negociación, y menor tiempo de aplicación de aranceles, menor riesgo de que la economía global se vea seriamente perjudicada. Desde Portocolom, a nivel estratégico preferimos no tomar decisiones muy bruscas y precipitadas en las carteras, en este entorno de elevada impredecibilidad en la toma de decisiones de los diferentes países. Estaremos muy atentos a los acuerdos bilaterales que se tomen, y una vez haya algo de estabilidad, analizaremos que sectores y regiones son las más adecuadas para mantener en las carteras de cara al futuro.