Por otra parte, las reacciones al hecho no han hecho mas que certificar lo encontrado de las posturas de unos y otros, en favor y en contra del Pontífice. No se puede negar que los teóricamente sectores progresistas se encontraban cómodos con sus postulados, mientras que los teóricos conservadores se mostraban cautos y recelosos con algunos de sus movimientos y actuaciones.
Sin embargo, habrá que esperar a los análisis históricos de su figura para poder emitir un juicio sobre estos largos doce años de pontificado del primer papa latinoamericano de la historia
En principio, calificar sus actuaciones de «revolucionarias» parece exagerado puesto que no ha habido grandes ruptura rupturas doctrinales de carácter “violento” Si se ha producido un cambio mas que notable frente al modo de entender y explicar la doctrina de la Iglesia que llevo a cabo su antecesor el papa Benedicto
Otra cosa es que el tono y los temas sociales a los que ha dedicado parte de su atención Bergoglio no han representado un adelanto sino mas bien una concesión a hacia determinados sectores sociales.
En ese mismo modo de entender lo social hay que señalar que el fallecido Pontífice renunció a muchos de los símbolos más ostentosos del poder papal: escogió una residencia modesta, prescindió en muchas ocasiones de determinados lujos del Vaticano y dio voz a los más pequeños. Pero no paso de ahí.
Otra cosa es que, tras el papado de Ratzinger, la aportación doctrinal de Francisco I resulte escasa, pero ello ya era apreciado nada mas conocerse su nombramiento y muchos sabían que el
acento de su pontificado iba a estar en los pobres y los inmigrantes,
muy lejos de los grandes debates doctrinales de nuestro tiempo y ello a pesar de su condición de jesuita, congregación esta que pierde un gran bastión y que echara muy en falta a este papa, un hombre de la Compañía por encima de todo.