Lo hizo en una rueda de prensa celebrada en Valladolid, ciudad de la que es arzobispo, en la que recordó que habitualmente los Papas salen todos los domingos, a las 12.00 horas, a la venta de su despacho que da a la Plaza de San Pedro, para rezar el ángelus, una oración que en periodo de Pascua es sustituido por la antífona mariana ‘Regina Coeli’. Esto le sirvió para evocar que ayer Francisco evocó con “su presencia, su gesto, su débil voz, el anuncio central del acontecimiento cristiano: la victoria de Jesucristo sobre la muerte, como consecuencia de su victoria sobre el pecado”.
En ese sentido, subrayó que en la homilía que preparó sin poder leerla utilizó la expresión “corramos al encuentro de Cristo resucitado”, lo que le permitió deslizar que “parece que el Papa se ha querido aplicar a sí mismo esa expresión o que Dios le ha permitido vivirla”.
Tras comentar que su fallecimiento ha sido “una sorpresa de Francisco”, transmitió “la experiencia de dolor y esperanza” de la CEE, y expuso que el Papa centró su pontificado en la “dimensión social” de la Iglesia, con un “protagonismo especial de los bautizados” y cumplimiento “el anuncio del Evangelio a los excluidos, a los que viven en las periferias de la sociedad”.
Argüello reseñó que el papa Francisco aportó a su pontificado su experiencia en las “villas miseria” argentinas, dando “unas palmadas a la Iglesia”, a la que sacó de “reflexiones teológicas” y puso en marcha acercándola al espíritu genuino del Evangelio.
Luego de agradecer la labor del Papa, el presidente de la CEE explicó que cuatro cardenales españoles estarán presentes en el cónclave que elegirá al próximo Papa (el arzobispo de Madrid, Cobo; el arzobispo de Barcelona, Omella; el arzobispo emérito de Madrid, Osorio; y Cañizares). Por último, dejó caer que “igual el cónclave nos dé una sorpresa” en cuanto al perfil del nuevo Papa, aunque afirmó que “la mayoría de los cardenales del cónclave han sido elegidos por el Papa”, los cuales proceden de “los lugares más remotos del mundo, fiel a su lógica con las llamadas periferias”. “La comunidad misionera en esta época de gran cambio cultural y social ha venido a la Iglesia para quedarse”, concluyó.