Desde las costas del Báltico hasta los bosques del sur, los sabores de Estonia preservan en cada plato la identidad del país. Aunque sus artes culinarias están gobernadas por las estaciones y marcadas por costumbres ancestrales, las recetas también varían de región a región, íntimamente ligadas al variado entorno natural. Cada rincón del país, caracterizado por su producto local, invita a los visitantes a un viaje gastronómico para descubrir el alma estonia.
La capital estonia encarna la mezcla perfecta entre tradición e innovación. En el mágico casco antiguo de Tallín, algunos establecimientos todavía conservan los sabores más clásicos de la gastronomía medieval: el famoso pan negro a base de cebada; el clarete, un vino usado antiguamente con fines medicinales; o el mazapán, que, según la leyenda, nació en esta ciudad.
Para un viaje completo al pasado, los comensales pueden disfrutar de las experiencias gastronómicas del restaurante Olde Hansa, especializado en platos de caza y elaboraciones tradicionales preparadas según el recetario del siglo XV. Y, aunque su historia sea algo más reciente, tampoco se puede abandonar la ciudad sin adquirir como souvenir unos chocolates Kalev, uno de los dulces más queridos por los estonios desde hace más de 200 años.
Aunque la base culinaria se mantiene, Tallín también cuenta con restaurantes que han reinterpretado los platos de siempre, dando un nuevo giro a sus recetas, como Kaerajaan o Tuljak, un clásico restaurante reconocido en la Guía Michelin. Yendo más allá, los nuevos talentos de la cocina estonia se inspiran en recetas de todo el mundo, integrando tradiciones extranjeras para crear propuestas únicas, y poniendo Tallín a la vanguardia de la alta cocina.
El sur de Estonia, todavía muy desconocido para los viajeros, se caracteriza por sus ahumados, sus fermentaciones y la producción de sus fértiles suelos. El condado de Tartu, ubicado entre los lagos Võrtsjärv y Peipus, las mesas son abundantes en pescados, setas y bayas procedentes de los bosques, y cereales de sus vastos campos. Este año, además, Tartu ha sido elegida como Región Culinaria de Estonia, ofreciendo una amplia programación de eventos gastronómicos que van desde festivales y ferias hasta talleres y degustaciones.
También a las orillas del Lago Peipus, las comunidades de viejos creyentes ortodoxos basan buena parte de su alimentación en pescados locales y en la cebolla, una humilde hortaliza que protagoniza incluso pasteles. El té es otro de sus productos más tradicionales, habitualmente preparado en el samovar, un gran recipiente metálico.
Por su parte, el plato estrella de la región de Mulgimaa es el mulgi puder, un rústico puré elaborado con patatas y cebada perlada, y acompañado de panceta y cebolla. Su relevancia es tal que incluso se ha incluido en la lista del Patrimonio Cultural Inmaterial de la UNESCO, convirtiéndolo en un plato imprescindible para quienes deseen conocer la zona.
El pueblo Seto, en la región de Setomaa, también tiene una gastronomía distintiva que puede ser descubierta en Maagõkõnõ, un restaurante de corte casero y muy representativo de la zona que sirve pasteles de pescado, requesón caliente y helados caseros.
Por otra parte, la mejor cocina costera báltica se encuentra en la Estonia occidental, especialmente, en la ciudad vacacional de Pärnu. El pescado fresco es el producto más emblemático, pudiendo degustarse horneado, frito, hervido, ahumado o en escabeche.
Por supuesto, el mejor acompañante para estos platos es un vino o sidra locales. Los amantes de estas bebidas pueden aprender sobre la producción de los vinos artesanales y de frutas en la mansión de Valgeranna Veinitall, terminando la visita con una pequeña cata. En la sidrería Jaanihanso puede probarse la clásica sidra de manzana, que se prensa a finales de otoño y después envejece en botella, mientras que Tori Cider Farm se centra en mezclas más especiales, incluyendo en sus bebidas orgánicas otros tipos de frutas y bayas.
Saaremaa, Muhu y Ruhnu: sabores isleños de proximidad
Las islas estonias de Saaremaa, Muhu y Ruhnu representan toda una experiencia de cocina local y sostenible, con propuestas basadas en los ingredientes de proximidad y los pequeños productores rurales, cuyas elaboraciones se distinguen con una etiqueta especial. Priman el pescado fresco del mar, los productos lácteos artesanales y la carne de cordero, acompañados de verduras y sazonados con hierbas.
Aunque muchos platos tienen raíces humildes, en los últimos años los chefs locales han introducido enfoques más modernos, sin perder la esencia original. La taberna Lümanda, en Saaremaa, es uno de los lugares de referencia para probar las artes culinarias del lugar, con elaboraciones como el noti (puré de patatas con salsa) o el crumble de leche agria, mientras que Restaurant Alexander, en Muhu, ofrece un menú degustación de nueve platos para descubrir los sabores isleños.