Los eurodólares, depósitos offshore (extraterritoriales) en dólares estadounidenses, contribuyeron a afianzar a la divisa de EEUU como moneda de reserva mundial. ¿Las stablecoins en dólares estadounidenses consolidarán el estatus del dólar como moneda líder mundial?
El valor de mercado de las stablecoins, criptomonedas que pretenden mantener un valor fijo (normalmente 1 dólar estadounidense) pero con las mismas características innovadoras que el bitcoin y otras criptomonedas, se acerca rápidamente a los 250.000 millones de dólares. El volumen diario de operaciones de las principales stablecoins asciende a 24.000 millones de dólares, aproximándose a los 34.000 millones de bitcoin y superando ya los 17.000 millones de Ether. Se puede evaluar el empuje de estas monedas novedosas examinando un precedente histórico interesante: los eurodólares.
Breve historia de los eurodólares
Después de la Segunda Guerra Mundial, varios factores impulsaron el auge del mercado del eurodólar. La Regulación Q de EEUU limitó el interés máximo que se podía pagar por los depósitos nacionales, provocando que sobre todo una élite adinerada trasladara sus depósitos al extranjero en busca de rentabilidad. Los soviéticos necesitaban dólares estadounidenses para comprar materias primas a nivel mundial pero con el recrudecimiento de la Guerra Fría mantener una cuenta bancaria en EEUU no parecía la mejor opción, así que depositaron dólares en el Banque Commerciale pour l’Europe du Nord, de propiedad soviética, en París. El banco era conocido como BCEN-Eurobank, de ahí que sus depósitos en dólares se conocieran como “dólares Eurobank” y, más tarde, simplemente “eurodólares”. Los bancos británicos también comenzaron a aceptar depósitos en dólares en la década de 1950 para ganar dinero. El creciente déficit comercial de EEUU contribuyó asimismo a la circulación de dólares en todo el mundo. Al mismo tiempo, los programas de reconstrucción de la posguerra, como el Plan Marshall, supusieron una inyección adicional de dólares en Europa. Como resultado, el tamaño del mercado del eurodólar se quintuplicó entre 1960 y 1970, con unos 50.000 millones de dólares en eurodólares circulando en el extranjero a finales de la década.
La decisión del presidente Richard Nixon de desvincular el dólar del oro el 15 de agosto de 1971 conmocionó al mundo y provocó la caída del dólar, pero no puso fin a su reinado. Es más, el cierre de la ventana del oro empujó más dólares al extranjero y a finales de la década de 1980, los saldos en dólares en el extranjero crecieron hasta alcanzar 1,7 billones de dólares. Hoy en día, el mercado del eurodólar asciende a 16 billones de dólares, lo que supone tres veces más dólares depositados en el extranjero que en cuentas bancarias estadounidenses. La abundancia de eurodólares también provocó el auge del mercado de eurobonos, por el que circulan en la actualidad unos 13 billones de dólares.
El panorama de las stablecoins
Curiosamente, las stablecoins reflejan muchos aspectos de la evolución del eurodólar en el siglo XX. Al igual que los eurodólares, que surgieron de la necesidad de los países extranjeros de mantener dólares estadounidenses, las stablecoins nacieron de la necesidad de transferir valor (o “dinero”) entre las plataformas de intercambio de criptomonedas de forma rápida y barata, ya que las principales criptomonedas, como el bitcoin, eran demasiado volátiles o demasiado valiosas para venderlas. Las stablecoins surgieron como una forma “estable” de criptomoneda que puede transferirse de forma eficiente entre distintas plataformas de intercambio sin necesidad de convertir la moneda digital en una moneda respaldada por un gobierno.
En segundo lugar, la definición principal de un eurodólar es un depósito en dólares mantenido en el extranjero. Una stablecoin es un dólar mantenido (custodiado) en una cadena de bloques. Así, mientras que los eurodólares son “depósitos privados en dólares en el extranjero”, las stablecoins son “depósitos privados en dólares en la cadena”.
Pero, ¿son realmente “dólares” las stablecoins? El 95% de las stablecoins están respaldadas por “dinero” fiduciario. Algunos ejemplos son Tether y USD Coin, que prometen respaldar los depósitos uno a uno con reservas de alta calidad (por ejemplo, efectivo, letras del Tesoro, activos del mercado monetario, etcétera). A su vez, los emisores de stablecoins ya son importantes compradores de deuda estadounidense. En la actualidad, los emisores de monedas estables poseen más de 120.000 millones de dólares en letras del Tesoro, lo que los convierte en el decimoséptimo mayor tenedor de bonos del Tesoro de EEUU.
En tercer lugar, al igual que ocurrió con el mercado de eurobonos nacido de los eurodólares, los mundos on-chain y off-chain han colisionado, ya que los inversores en stablecoins aprovechan los tipos de interés de los préstamos ofrecidos en las finanzas descentralizadas (DeFi; el mercado de préstamos y empréstitos en blockchain), obteniendo a menudo un diferencial superior a los tipos tradicionales a un día.
Ventaja comparativa
Aunque son similares a los eurodólares en cuanto a sus funcionalidades, las stablecoins tienen muchos usos y ventajas en comparación con los eurodólares, lo que puede permitirles convertirse en un mercado offshore aún mayor que los eurodólares. Pensemos en el paso de las monedas a los billetes y a los pagos electrónicos. Las stablecoins parecen ser el siguiente paso en la evolución. Varias razones lo avalarían.
1. La velocidad. Las stablecoins ya ofrecen una liquidación casi instantánea las 24 horas del día, los 7 días de la semana.
2. Son baratas. La comisión media global por transferencia para todos los canales de pago es del 6,35% del importe transferido. Sin embargo, el coste máximo de las remesas con stablecoins es del 3%, y el más bajo es sólo del 0,5% del importe de la transferencia.
3.Transparencia. Cualquier pago realizado en una cadena de bloques pública puede ser rastreado por el remitente, el destinatario y cualquier organismo regulador pertinente. En consecuencia, las stablecoins son más fáciles de regular que sus predecesoras, los eurodólares.
4. Accesibilidad. A diferencia de los eurodólares, que sólo pueden poseer quienes tienen acceso a bancos europeos de élite, las monedas estables son accesibles para cualquier persona con conexión a Internet.
Es probable que la combinación de características mencionadas anteriormente dé lugar a usos que aún no hemos considerado. Hoy en día, los departamentos de tesorería de las empresas ya utilizan las stablecoins para transferir dinero a nivel internacional. SpaceX, por ejemplo, está cobrando los pagos de Starlink mediante stablecoins.
El volumen medio de transacciones con stablecoins aumentó de 10.000 millones a más de 100.000 millones de dólares al mes en el último año, y recientemente superó el volumen medio de transacciones de pagos en la plataforma de Visa.
Hacia lo desconocido
¿Se convertirán las stablecoins en un problema macroeconómico? Inevitablemente, al igual que el mercado del eurodólar se convirtió en un elemento central de la crisis financiera mundial porque a medida que se desarrollaba los tenedores de eurodólares se mostraron cada vez más preocupados, provocando una importante demanda para convertir los dólares offshore en dólares onshore.
Mientras tanto, el auge de las stablecoins seguirá popularizando el dólar estadounidense, la moneda líder mundial, ya de por sí popular y con una larga trayectoria.
Como siempre, el futuro es desconocido. Sin embargo, un breve repaso de la historia monetaria reciente sugiere que ya hemos visto esta película antes. A pesar de los esfuerzos de varios presidentes de EEUU por deshacerse de la “carga” del sistema del dólar, los eurodólares consolidaron el estatus global del dólar y arrastraron al resto del mundo aún más profundamente a un bucle de retroalimentación positiva: usar el dólar, pedir préstamos en dólares y liquidar el comercio en dólares, lo que afianzó aún más el dólar.
Ahora se está produciendo un fenómeno similar con las monedas estables, la gran mayoría de las cuales están vinculadas a la divisa estadounidense lo que podría dar al sistema del dólar una ventaja y una oportunidad sin precedentes en el siglo XXI.
¿Lo aceptarán los responsables políticos? Y lo que es más importante, ¿importará siquiera si no lo hacen?