Así lo consideraron los miembros del Banco Central Europeo (BCE) en su último encuentro, según recogen las actas de la reunión celebrada el pasado 5 de junio. Una decisión que se consideró justificada «para proteger la meta de inflación a medio plazo después de 2026, en un entorno en el que la inflación se encuentra actualmente en el objetivo, pero se proyecta que se situará por debajo de él temporalmente».
Además, la reducción propuesta de los tipos de interés oficiales «debería considerarse como un intento de proteger la proyección del 2% para 2027» y «debería garantizar que la inflación general, temporalmente por debajo del objetivo, no se prolongara, en un contexto en el que se espera una mayor desinflación en las medidas subyacentes, las perspectivas de crecimiento siguen siendo relativamente débiles y la capacidad disponible en el sector manufacturero hace improbable que un crecimiento ligeramente más rápido se tradujera en presiones inflacionarias inmediatas».
Las actas del BCE también recogen que el recorte mantendría al Consejo de Gobierno «bien posicionado para afrontar la elevada incertidumbre que se avecinaba, a la vez que ofrecería plena opción en futuras reuniones para gestionar los riesgos de inflación bilaterales en una amplia gama de escenarios». Por el contrario, se consideró que mantener los tipos de interés en sus niveles actuales «podría aumentar el riesgo de no alcanzar el objetivo de inflación en 2026 y 2027».
De cara al futuro, el BCE volvió a reiterar que las decisiones del Consejo de Gobierno sobre los tipos de interés seguirán basándose en su evaluación de las perspectivas de inflación a la luz de los nuevos datos económicos y financieros, la dinámica de la inflación subyacente y la solidez de la transmisión de la política monetaria.
«La excepcional incertidumbre también subrayó la importancia de adoptar un enfoque basado en los datos y reunión por reunión para determinar la orientación adecuada de la política monetaria», indican las actas. En un contexto de incertidumbre generalizada, con posibilidad de cambios rápidos en el entorno económico y el riesgo de shocks inflacionarios en ambas direcciones, era importante que el Consejo de Gobierno mantuviera una perspectiva bilateral y evitara quedar indefenso ante cualquier reunión futura, añade el texto.
Así, en la última reunión se sostuvo que la trayectoria de los tipos de interés debía mantenerse coherente con el cumplimiento del objetivo a medio plazo y que la agilidad sería vital dada la elevada incertidumbre. Al mismo tiempo, se expresó la opinión de que la política monetaria debería ser menos reactiva a los datos entrantes.
Las actas de la reunión de junio del BCE confirmaron el mensaje que la presidenta, Lagarde, intentó transmitir durante la rueda de prensa: los riesgos a la baja para el crecimiento y las revisiones a la baja de las previsiones de inflación del propio banco fueron las principales razones por las que volvió a recortar los tipos de interés.