Sin embargo, si se ha podido apreciar que los aplausos a Garcia Ortiz, tras su intervención, han sido escasos y fríos, mientras los que sus compañeros le han dedicado a la presidenta Perelló, han sido generalizados y amplios. La ovación al fiscal general del Estado ha durado unos 15 segundos y algunos de los asistentes han declinado aplaudir. Por contra, el discurso de Perelló ha recibido un aplauso algo más general y algo más largo, pero sin salirse del debido respeto institucional.
Asociaciones de jueces y fiscales, también el bloque conservador del CGPJ, habían pedido a Álvaro García Ortiz que no acudiera al acto para no lesionar la imagen de la institución que encabeza. Sin embargo, el fiscal general ha acudido y ha defendido su presencia alegando que cree «en la justicia y en las instituciones que la conforman».
Por su parte, Perelló, ha criticado duramente los ataques que, desde el Gobierno, ha recibido el poder judicial en los últimos meses. «La confianza y la credibilidad en la justicia son un bien común que debe ser preservado, porque de ellas depende la fortaleza misma de nuestro Estado de Derecho. A esta tarea no está llamado únicamente el Poder Judicial, aunque en él recaiga la responsabilidad principal, sino también los demás poderes del Estado, cada uno en el ámbito de sus competencias».
Mientras los verdaderos protagonistas de la actividad política, Feijoo y Sánchez estaban a lo suyo a kilómetros de distancia. Asi que las criticas sobre la ausencia de Feijoo que Moncloa le dirigía han quedado en agua de borrajas, puesto que tampoco el jefe del Ejecutivo asistió al acto.
En definitiva y aunque la tensión se mascaba todo ha terminado en eso, en la confirmación de que las posturas son irreconciliables, que el muro levantado es cada día mas alto y que solo se romperá cuando los socios abandonen al okupante de La Moncloa.