El gigante nórdico está integrando en el Espacio Económico Europeo como miembro preferente y es el gran suministrador de gas. Sin embargo han decidido quedarse fuera del grupo para mantener el control de su economía y política al 100%. Una decisión que está empezando a levantar grandes críticas ante una campaña electoral reñida, particularmente después de un acuerdo comercial con EEUU en el que se ven perjudicados por no estar en el club. A tres días de las elecciones legislativas del país se ha creado un extraño consenso: laboristas y conservadores coinciden en apoyar una entrada en el club paneuropeo.
«Somos plenamente conscientes de que el precio por lo pertenecer a la UE y quedarnos en el EEE está aumentando», dijo Barth, ministro de Exteriores. Su rival por el cargo. Eriksen, fue más clara. «Todo el mundo está viendo que nuestra actual posición con la UE nos genera grandes vulnerabilidades. Nos quedamos al margen de todos los asuntos en los que queremos estar dentro». Aunque no hay referéndum tanto el partido conservador como el laborista han mostrado abiertamente su voluntad de entrar en la UE dado que «el coste de no estar aumenta cada día desde el brexit, la crisis de refugiados. la pandemia y la guerra… todo eso ha cambiado lo que es trabajar en la UE frente a ser terceros países».
El contexto que rodea la relación entre la UE y Noruega es clave. El país ya se ha planteado varias veces la entrada con dos referendums. Uno en 1972 y otro en 1994. En ambos casos Oslo rechazaron en ambas ocasiones esgrimiendo los mismos argumentos. Según indica el grupo anti-UE de Oslo, Neitil EU, el principal motivo es que «la autoridad de cada más áreas se transfiere a Bruselas. Los ciudadanos de EEUU rara vez son conscientes de lo que sucede allí a puerta cerrada mientras que Noruega goza de una democracia participativa». Al margen de esto también consideraron clave no perder soberanía de sus aguas en la pesca (limitada por la UE) y que es un sector histórico en su economía que se vería sometido a cuotas comunitarias. Por su parte, los inmensos descubrimientos de petróleo en los años 60 en el Mar del Norte incentivaron al país a explotar sus recursos por su cuenta y generar riqueza solo.
Sin embargo, pese a la oposición Noruega ha ido construyendo una posición privilegiada, casi como un miembro de la UE en la sombra. Un equilibrio que parecía contentar a ambas partes. Noruega está integrada casi plenamente en el espacio económico de la UE pero mantiene su soberanía en asuntos que considera clave. Por su parte la UE recibe gas nórdico a espuertas y también está satisfecha con la situación. Pues a cambio de entrar en el especio económico común si que tienen que operar siguiendo las normas del grupo en buena medida… sin tener voto en Bruselas.
Sin embargo los últimos dos años los nórdicos han encontrado grandes cambios que han provocado un disturbio en esta situación ideal. Cuando han tenido que hacer frente a la guerra de Ucrania y a las negociaciones con Trump solos… y el rearme y otros procesos también tienen que hacerse fuera del marco de la UE siendo un parte de la misma de facto, se han visto en clara desventaja a países como Suecia, Dinamarca u otros vecinos. Algo que ha levantado ya completamente un debate nacional.