Con esa decisión de la Superintendencia de Competencia Económica (SCE), la operación tiene visos de formalizarse en los próximos días, para reflejarse en las cuentas en el cuarto trimestre del año. No obstante, la próxima y definitiva autorización para la compraventa corresponde al regulador sectorial de las telecomunicaciones ecuatorianas, la Agencia de Regulación y Control de las Telecomunicaciones (Arcotel).
El mercado da por hecho desde hace meses que el supervisor no pondrá objeciones al aterrizaje de Millicom en Ecuador, una vez que la comisión de Resolución de Primera Instancia de la SCE ya resolvió autorizar la operación de concentración económica, «al considerar que la transacción no altera la estructura ni la concentración de los mercados y, por tanto, no genera una disminución sensible, distorsión u obstaculización de la competencia en los siguientes mercados relevantes evaluados a nivel nacional».
Esta venta en ciernes se suma a las operaciones ya cerradas de las filiales de Perú (900.000 euros con la asunción de una deuda de 1.200 millones) y Argentina (1.190 millones de euros), mientras que la de la filial de Telefónica en Uruguay también enfila su recta final tras la preceptiva luz verde del Gobierno de aquel país. En cuanto se despejen los últimos flecos regulatorios en Ecuador, Millicom extenderá la presencia de su marca Tigo en Latinoamérica, una vez que ya opera en Paraguay y Bolivia. En el caso de Ecuador, la teleco con sede en Luxemburgo alcanzará una cuota de mercado del 28% en el negocio de móviles ecuatoriano, con cerca de cinco millones de clientes, según datos del pasado marzo.
Telefónica también afronta en los tres próximos meses la recta final de las ventas de sus negocios en Chile y México, en estos casos con ingresos a la vista de 1.200 y 500 millones, respectivamente.