En un comunicado, la institución precisa que la mitad del galardón corresponde a Mokyr «por haber identificado los requisitos para un crecimiento sostenido a través del progreso tecnológico», mientras que la otra mitad es compartida por Aghion y Howitt al formular «la teoría del crecimiento sostenido a través de la destrucción creativa».
«Durante los últimos dos siglos, por primera vez en la historia, el mundo ha experimentado un crecimiento económico sostenido. Esto ha sacado a un gran número de personas de la pobreza y ha sentado las bases de nuestra prosperidad. Los laureados de este año en ciencias económicas, Joel Mokyr, Philippe Aghion y Peter Howitt, explican cómo la innovación proporciona el impulso para un progreso continuo», afirma la Real Academia Sueca.
“El trabajo de los laureados muestra que el crecimiento económico no puede darse por sentado. Debemos mantener los mecanismos que sustentan la destrucción creativa, para no volver al estancamiento”, afirma Hassler, presidente del Comité del premio en ciencias económicas.
En plena era de la inteligencia artificial (IA), la institución escandinava recuerda que la tecnología «avanza rápidamente y nos afecta a todos», con la creación nuevos productos y métodos de producción que reemplazan a los antiguos en un ciclo sin fin. Esta, señala la Academia, es la base del crecimiento económico sostenido, que se traduce en un mejor nivel de vida, salud y calidad de vida para las personas en todo el mundo.
«Sin embargo, esto no siempre fue así. Todo lo contrario: la estancación era la norma a lo largo de gran parte de la historia humana. A pesar de descubrimientos importantes de vez en cuando, que a veces llevaron a mejores condiciones de vida e ingresos más altos, el crecimiento siempre acababa nivelándose», agrega. Como explica el jurado, Mokyr utilizó fuentes históricas como un medio para descubrir las causas por las cuales el crecimiento sostenido se convirtió en «la nueva norma». En sus pesquisas, el investigador de la Universidad Northwestern de EEUU demostró que, para que las innovaciones se sucedan en un proceso «autogenerador», no solo necesitamos saber que algo funciona, sino que también necesitamos explicaciones científicas de por qué.
«Lo último a menudo faltaba antes de la revolución industrial, lo que dificultaba construir sobre nuevos descubrimientos e invenciones. También enfatizó la importancia de que la sociedad esté abierta a nuevas ideas y permita el cambio», explica la Real Academia Sueca.
Philippe Aghion, de la universidad Collège de France, y Peter Howitt, de la Unviersidad de Brown, también estudiaron los mecanismos detrás del crecimiento sostenido. En un artículo de 1992, construyeron un modelo matemático para lo que se llama destrucción creativa: cuando un producto nuevo y mejor ingresa al mercado, las empresas que venden los productos antiguos pierden. La innovación representa algo nuevo y, por tanto, es creativa. Sin embargo, también es destructiva, ya que la empresa cuya tecnología queda obsoleta es superada por la competencia.
«De diferentes maneras, los laureados muestran cómo la destrucción creativa genera conflictos que deben gestionarse de manera constructiva. De lo contrario, la innovación será bloqueada por empresas establecidas y grupos de interés que corren el riesgo de quedar en desventaja», apunta la Real Academia Sueca.
Pese a ser el premio más importante en esta materia, el Nobel de Economía no forma parte del legado de Alfred Nobel. El galardón fue establecido en 1968 por el Riksbank, el banco central sueco, coincidiendo con el 300 aniversario de la entidad. El premio fue concedido por primera vez en 1969, distinguiendo al noruego Ragnar Frisch y al holandés Jan Tinbergen. El galardón reporta un premio económico que en 2024 asciende a un total de 11 millones de coronas suecas (casi un millón de euros).