Así lo revela la Encuesta IEF 2025 Burgos, un sondeo realizado a empresas familiares, que dibuja un panorama económico en el que la incertidumbre regulatoria, la falta de profesionales cualificados y el aumento de costes aparecen como los mayores desafíos para el tejido productivo.
La encuesta presentada durante el XXVIII Congreso Nacional de la Empresa Familiar pone en relieve que el absentismo laboral es el mayor enemigo de la competitividad de la economía española. Así, al menos, lo considera el 55% de los empresarios consultados, quienes también señalan las dificultades para encontrar personal cualificado (52%) y los cambios regulatorios (51%) entre los principales riesgos.
Según el informe, los empresarios que representan el 70% del sector privado valoran la situación económica actual con una media de 5,66 puntos sobre 9. En esta línea, seis de cada diez compañías anticipan «un moderado aumento de la actividad, con limitada creación neta de empleo», mientras que el resto augura un crecimiento más vigoroso.
Estas previsiones tienen un impacto directo en las decisiones estratégicas de las empresas. El 52% espera mantener su nivel de ventas en 2026, y aunque un 39% prevé aumentarlas, apenas una de cada dos compañías contempla incrementar su plantilla. Este equilibrio entre crecimiento controlado y cautela en la contratación evidencia un entorno empresarial en ‘modo contención’.
Cuando se les pregunta por los riesgos que más amenazan su competitividad, el 71% de los empresarios señala los cambios regulatorios -tanto de la UE como nacionales y autonómicos- como principal preocupación. A esta inquietud se suma la dificultad para encontrar profesionales cualificados (48%) y el incremento de costes de producción (33%).
En un país que aún lucha por consolidar una recuperación sólida tras los últimos choques económicos y geopolíticos, la falta de perfiles profesionales adecuados se convierte en un factor estructural que limita la expansión de las empresas. De hecho, el 81% de las compañías identifica la escasez de trabajadores dispuestos a trabajar en sus lugares de origen como la principal dificultad para mantener su actividad local. A esto se añaden problemas de infraestructuras (75%) y sucesión empresarial (28%), lo que muestra que la España interior y los entornos rurales siguen teniendo barreras estructurales para retener y atraer inversión productiva. Arraigo territorial frente a la centralización
Nueve de cada diez ven escaso el apoyo público al arraigo
A pesar de estas dificultades, la mayoría de las empresas familiares mantiene su compromiso con el territorio. El 74% cita el «arraigo» como uno de los principales motivos para seguir operando en su ubicación original, mientras que el 57% destaca el compromiso con su entorno económico y social. Sobre este aspecto, lo más llamativo es que tan solo un 12% reconoce apoyo efectivo por parte de la administración.
En términos de estrategia empresarial, las prioridades están claras. Un 36% de las empresas considera el relevo generacional un objetivo clave, seguido por la innovación (24%) y la expansión internacional (25%). Sin embargo, solo un 8% menciona la incorporación de inteligencia artificial, lo que denota un lento avance de la digitalización en muchas pymes familiares.