El empresario ha relatado durante más de una hora los perjuicios sufridos desde que Álvaro García Ortiz le calificara de «delincuente confeso», una etiqueta que según ha denunciado fue después repetida por el presidente del Gobierno, ministros y diputados. La pareja de Isabel Díaz Ayuso ha protagonizado uno de los momentos más tensos de la segunda jornada del juicio contra el fiscal general del Estado en el Tribunal Supremo. El empresario ha declarado como testigo narrando el calvario personal y profesional que ha vivido desde la filtración del correo confidencial. «A través de la filtración del fiscal general del Estado, o me voy de España o me suicido; el destrozo personal, lo que me he tenido que gastar… Si sigue así, me escapo», ha declarado González Amador con visible desesperación.
El presidente del tribunal ha intervenido inmediatamente: «No le recomiendo eso; hable con su abogado, es el que mejor le puede asesorar en esas cosas».
González Amador ha explicado que buscaba resolver el caso tributario «rápido y sin ruido» para no perjudicar a su pareja. «No quería que perjudicara a mi pareja que nada tiene que ver con mi empresa, de hecho ni era pareja mía en esos momentos», ha aclarado, refiriéndose a que cuando se produjeron los hechos investigados ni siquiera mantenía una relación con la presidenta madrileña.
El empresario había seguido el consejo de conformar confiando en que «la Agencia Tributaria nunca ha filtrado datos». Esperaba zanjar el asunto sin repercusión, aclarando que jamás participó en ninguno de los correos intercambiados entre su abogado Carlos Neira y la Fiscalía, ni los escribió ni los recibió.
Ha relatado que cuando se enteró de la publicación se enfadó profundamente. Su abogado le explicó la situación tranquilizándole, aunque reconoció «tenemos un problema» porque jamás imaginó que un correo con un fiscal se filtraría.
González Amador ha descrito dramáticamente las consecuencias. «Entre la nota de la Fiscalía y la publicación del mail yo pasé a ser el delincuente confeso del reino de España, estaba muerto, el fiscal García Ortiz me había matado públicamente, me había destrozado públicamente, ‘la presunción de inocencia se ha roto’, me decía el abogado», ha declarado.
El testigo ha denunciado que cuando el fiscal general le llamó delincuente confeso, «lo sostiene el presidente del Gobierno, ministros, delegado del Gobierno, diputados, periodistas… ejercen de BOE tras la condena que me había puesto el fiscal general». Ha subrayado que esta calificación fue utilizada por Pedro Sánchez en sede parlamentaria sin que él hubiera admitido públicamente los delitos fiscales.
González Amador ha explicado que puso una querella gracias a la cual se desplegó la investigación de la UCO. Esta investigación ha demostrado que «mi paranoia no era tal», descubriendo mensajes entre fiscales que hablaban del «caso Ayuso» y evidenciando que «todo el cuerpo fiscal iba a por mí».
El empresario ha relatado una larga lista de perjuicios concretos sufridos desde la filtración. Ha denunciado el corte de financiación bancaria el 13 de febrero de 2024, justo días antes de que estallara el escándalo público.
Ha explicado que una empleada médica especialista que trabajaba para él no ha podido comprar una vivienda por esta vinculación laboral. Ha perdido proveedores y clientes con contratos cancelados. Ha sufrido la violación de su historia clínica, que ha anunciado que denunciará. «Tengo daños familiares en los que no entraré», ha añadido.
González Amador ha continuado su declaración relatando otros perjuicios. «Hace un año salió en prensa que había hecho obras ilegales, denuncié y el contencioso me dio la razón, 9.800 euros de condena al ayuntamiento, me pagaron 4.500 euros», ha explicado, refiriéndose a una victoria judicial que no evitó el daño reputacional.
