La rentabilidad media del 3,2% medida en el MSCI Europe nos da una foto algo distinta y contrastada respecto a Estados Unidos, donde el crecimiento se apoya principalmente en recompra de acciones y expansión de múltiplos debido a las expectativas de la mayoría de los inversores. En Europa vemos un tono distinto, una estabilidad en beneficios, disciplina en capital y menor presión por recompras que permiten mantener ciertas políticas de retribución algo más consistentes.
Los balances más saneados a nivel estructural y unos tipos de interés, que, pese a las bajadas del BCE, siguen ofreciendo tasas atractivas para el ahorro corporativo a la vez que una mayor sensibilidad institucional hacia la rentabilidad total. En general, hablamos de crecimiento moderado y márgenes estables, con lo cual, el dividendo se convierte en una fuente tangible de retorno y atractivo, junto con una sostenibilidad como métrica clave de calidad empresarial.
En este contexto, presentamos una selección de acciones europeas que reparten dividendo en la última recta final del año.
Una compañía como ASML representa no solamente visibilidad estratégica y liderazgo tecnológico con enorme foso defensivo y ventajas competitivas insuperables, sino que a su vez, ostenta una posición monopolística en cuanto a litografía avanzada EUV y una posición más que dominante en cadenas de chips e inteligencia artificial.
En un escenario como este, su dividendo no es necesariamente un incentivo para los accionistas, sino más bien una muestra adicional de solvencia industrial. Es decir, su dividendo no destaca por la magnitud en sí, sino por su consistencia, ya que la compañía mantiene una política de retribución bastante prudente, con un payout cercano al 27%, respaldado por una generación de caja libre superior a los 8.900 millones de euros y una deuda neta sobre EBITDA prácticamente inexistente.
El siguente pago, previsto para el próximo día 6 de noviembre de 2025 (ex dividendo del 28 de octubre), nos confirma esta tendencia (1,60€ por acción). Como comentamos anteriormente, la retribución del dividendo de ASML se utiliza como mecanismo de estabilidad y señal de fortaleza operativa, más que un llamado e incentivo al inversor.
La rentabilidad por dividendo es modesta (0,89%), pero su cobertura y sostenibilidad son excepcionales, dando incluso margen a mayores aumentos en el futuro, un equilibrio muy poco común entre tecnológicas europeas.
LVMH es la otra cara de la moneda (precio y marca como motor de caja). El lujo global, especialmente tras el último impulso en ventas desde Asia, parece despertar nuevamente el apetito inversor y exposición sectorial tras las importantes correcciones vividas en el sector.
En cuanto a su dividendo, hablamos de una compañía con una rentabilidad por dividendo del 2,1%, por encima de muchos competidores del sector en Europa. En los últimos doce meses ha repartido 13€ por acción, con un payout del 59% sobre un flujo de caja libre de más de 15.000 millones de euros, además de una deuda neta muy contenida (1,1x EBITDA).
El próximo dividendo previsto para el 4 de diciembre será de 5,50€ por acción, en línea con su política de remuneración estable y creciente.
LVMH combina diversificación geográfica, control vertical de la cadena y una capacidad especial de fijación de precios, lo que hace que si generación de efectivo se mantenga incluso en fases de menor consumo global.
El dividendo de LVMH es una herramienta de confianza, ya que reparte más de la mitad de sus beneficios sin poner en riesgo el balance, ya que el negocio genera liquidez e ingresos de forma estructural. Pocos grupos ofrecen una visibilidad semejante sobre su flujo de retorno al accionista.
Cómo tributan los dividendos europeos
Cuando una empresa extranjera reparte dividendos a un inversor español, el país de origen aplica un porcentaje de retención sobre el dividendo bruto (suele ser alto, entre el 25% y el 35%). España vuelve a gravar el dividendo recibido (entre el 19% y el 28%, según tramos). Esto genera doble imposición.
España tiene convenios bilaterales con esos países, los Convenios de Doble Imposición (CDI), que limitan la retención en origen a un máximo (normalmente el 15%). El inversor puede reclamar al país de origen la diferencia entre lo retenido y lo permitido por el CDI. Es lo que se denomina recuperación de la doble imposición en dividendos. En el caso de los valores analizados arriba, el inversor español puede recuperar un 15% para el valor holandés (ASML) y un 10% para el gigante francés del sector del lujo (LVMH).
En conclusión, la rentabilidad por dividendo ha sido históricamente una parte importante de la rentabilidad total obtenida en los mercados y una estrategia defensiva en contextos económicos inciertos. Sin embargo, un aspecto clave puede mermar los beneficios de las inversiones en empresas europeas: la doble imposición.
La reclamación del exceso de la retención internacional de dividendos y cupones es un aspecto clave para maximizar el retorno de las inversiones de gestoras de Instituciones de Inversión Colectiva (IIC), bancas privadas y clientes particulares. La digitalización y los avances hacia la nueva directiva europea Faster están cambiando las reglas del juego, simplificando la carga normativa y protegiendo así el retorno de las inversiones de partícipes de fondos de inversión y de pensiones, y de inversores particulares.
