Así que la nueva y flamante portavoz del Gobierno, Saiz, la chica de Cerdán, se estrenó en el cargo lamentando que la «ultraderecha» haya duplicado su presencia en Asamblea de Extremadura. «Me duele como demócrata», sostuvo. Pero, a su vez, no le quedo mas remedio que, cerrar la puerta a una abstención del PSOE: «Fue el PP quien decidió, de manera innecesaria, esta convocatoria electoral. Así es que responsabilidad hay que pedir al responsable, al PP del señor Feijóo y de la señora Guardiola. El PP no solo está pactando con la ultraderecha, está llevando a cabo políticas de ultraderecha», sostuvo Saiz. Y es que la propuesta de Rodríguez Ibarra ha generado un profundo malestar tanto en el Ejecutivo como en el seno del PSOE, ya que pone sobre la mesa la posibilidad de que los socialistas influyan de manera decisiva en la gobernabilidad sin depender de Vox. Este planteamiento evidencia que, si realmente existiese una preocupación sincera por parte del PSOE ante el auge de Vox, podrían tomar medidas concretas para frenarlo. Sin embargo, la reacción negativa del partido sugiere que hay una falta de voluntad política para buscar alternativas que eviten la influencia de la formación de Abascal. Además, este episodio alimenta la percepción de que Pedro Sánchez, lejos de combatir a Vox, ha optado en ocasiones por utilizar su presencia como elemento estratégico en el tablero político.
Por otra parte, el sanchismo se ha encontrado de sopetón con que
Sevilla, exministro con Rodríguez Zapatero y expresidente de Red Eléctrica, ha anunciado que ha iniciado un proceso para intentar presentar una alternativa socialdemócrata en el PSOE, partido que considera que ha entrado en una deriva «podemita» bajo el mando de su actual secretario general, Pedro Sánchez.
Esta intención de Sevilla de refundar el PSOE es, sin duda, un movimiento que ha generado debate tanto dentro como fuera del partido. En un contexto político tan cambiante como el actual, donde los partidos tradicionales se ven obligados a reinventarse para conectar con la sociedad, la propuesta de Sevilla podría suponer una oportunidad para revitalizar el socialismo español. Sin embargo, el éxito de esta iniciativa dependerá de la capacidad para integrar distintas sensibilidades, renovar el discurso y, sobre todo, ofrecer respuestas creíbles a los retos actuales.
El futuro de esta refundación no está garantizado, ya que implica superar resistencias internas y convencer a una militancia que, en ocasiones, se muestra escéptica ante los cambios profundos. Si Sevilla logra articular un proyecto inclusivo y moderno, que recupere la esencia del PSOE pero adaptado al siglo XXI, podría abrir una nueva etapa para el partido. De lo contrario, la propuesta podría quedarse en un mero intento más de renovación sin consecuencias reales. En definitiva, el futuro de la refundación dependerá del compromiso, la visión y la capacidad de diálogo de sus impulsores.
Como se ve, cada día que pasa, los problemas aumentan y la tensión en el interior de los edificios monclovitas aumentan, a la vez que tiemblan ante las nuevas convocatoria electorales que se les vienen encima.

