Y esa volatilidad tiene hoy dos motores principales: el clima y la geopolítica. El clima es ya un factor estructural: su inestabilidad va en aumento y todo apunta a que así seguirá a largo plazo. Esta imprevisibilidad erosiona la capacidad de anticipar cosechas y, por tanto, introduce un componente de riesgo permanente en el precio. La geopolítica, por su parte, está en máximos de los últimos años: tensiones regionales, cambios de alianzas comerciales y aranceles que distorsionan flujos. La diferencia es que este segundo factor, aunque hoy es muy intenso, probablemente se moderará con el tiempo. Pero mientras tanto, amplifica cualquier shock climático.
En cuanto a perspectivas, los expertos esperan la normalización relativa en cacao y una tensión renovada en el café. «El cacao parece entrar en una fase de normalización tras la crisis de oferta africana, pero esa normalización no significa estabilidad garantizada. Basta con que una campaña vuelva a ser irregular para que el mercado reaccione con fuerza», señalan. «En el café, la tensión reaparece con más claridad, impulsada por aranceles, riesgos geopolíticos y el mismo telón de fondo climático. En ambos casos, el precio seguirá dependiendo primero de la calidad de las cosechas y después de la geopolítica, con un sesgo hacia episodios de alta volatilidad más frecuentes».
