El estudio publicado, elaborado por Fundación BBVA y el Instituto Valenciano de Investigaciones Económicas, evidenció un cambio de tendencia entre estos grupos de edad, ya que las tasas de paro de los mayores de 55 años habían sido “tradicionalmente más bajas” que las del resto de trabajadores. También muestra que la situación laboral de los mayores de 55 años es distinta entre aquellos que se han mantenido en activo a lo largo de toda su carrera laboral y los que han tenido que buscar empleo a partir de esa edad, bien porque hayan perdido el suyo o porque decidan reincorporarse tras un periodo de inactividad.
Estos trabajadores se enfrentan a mayores dificultades a la hora de encontrar empleo, por lo que acaban entrando en la categoría de parados de larga duración. En la actualidad, el 57,9% de los mayores desempleados llevan más de un año buscando trabajo sin encontrarlo, frente al 36,1% del grupo de entre 25 y 54 años, o el 17,8% de los jóvenes de entre 16 y 24 años.
Los parados de más de 55 años que consiguen acceder a un empleo tienen que aceptar un trabajo temporal en el 52,6% de los casos. Un 10% encuentra un empleo precario, asalariados con contratos temporales de hasta tres meses, y otro 4,5% son fijos discontinuos. Sin embargo, entre los asalariados mayores con carreras de más de 25 años, la tasa de temporalidad es solo del 2%, apenas hay empleo precario y el porcentaje de fijos discontinuos es del 2,4%, según las conclusiones del estudio de Fundación BBVA y el IVIE. “Los nuevos empleos que resultan accesibles para los mayores son, por tanto, menos estables, pero además se caracterizan por concentrarse en ocupaciones de menor calidad y que requieren menos cualificación”, apuntó el documento.
Entre los trabajadores mayores con más de 25 años de antigüedad con carreras laborales lineales, las ocupaciones altamente cualificadas, como directores y gerentes, profesionales científicos e intelectuales y técnicos y profesionales de apoyo, representan el 45,6% del total. Las ocupaciones elementales apenas suponen el 7%. Por el contrario, los mayores de 55 años con nuevos empleos se concentran en ocupaciones elementales, con una tasa del 29,4%, mientras que solo un 15,6% ocupa puestos de alta cualificación.
Fundación BBVA y el IVIE también encontraron que un 21,5% de los mayores de 55 años que acaban de encontrar un empleo desean cambiar su horario, mientras que entre las personas de su edad con más de 25 años de trayectoria solo un 9,7% tiene esa necesidad.
Además, uno de cada seis mayores que han encontrado empleo hace menos de un año, el 16,4%, sigue buscando otro empleo, algo que sólo hace un 0,8% de los asalariados con más de 25 años de experiencia. El estudio también recoge datos de la Encuesta de Estructura Salarial, referidos a 2022, que reflejan que los mayores de 55 años ganan, de media, unos 30.038 euros, mientras que los trabajadores sénior con menos de un año de antigüedad en el puesto perciben unos 19.558 euros. Por su parte, los mayores que no interrumpieron su carrera profesional, con una trayectoria de 30 años, ganan unos 40.520 euros al año.
Fundación BBVA e IVIE apuntaron a la formación como “una palanca que incrementa notablemente la empleabilidad de los mayores y favorece una mejor nueva inserción laboral”. No obstante, advirtieron de que “no asegura por completo conseguir un empleo”, ni la calidad de este. Las estadísticas reflejan que entre los mayores de 55 años con estudios superiores, la tasa de paro cae al 5,4%, y ocupan el 49,1% de los empleos de alta cualificación. El salario de los nuevos empleados mayores alcanza los 34.000 euros si cuentan con un grado universitario. “A la vista de estos datos, con el objetivo de mejorar la situación actual en el mercado de trabajo de los mayores, hay que destacar la importancia de la formación continua a lo largo de toda la vida laboral de los trabajadores, así como la necesidad de prestar más atención a las carencias formativas y a la actualización de competencias de los mayores”, agregó el documento.
Además, precisa que una gran parte de las cohortes mayores no contaron en su juventud con las mismas oportunidades educativas que las generaciones posteriores, por lo que tienen más dificultades para reciclarse si no reciben los apoyos necesarios.
