Los beneficios de la globalización se desvanecen.
Desde 2020, China avanza hacia una nueva estrategia de desarrollo económico que hace especial hincapié en la «circulación interna» frente a la «circulación externa». No es que China ya no considere que las exportaciones son un motor importante del desarrollo económico, sino que pretende evitar una dependencia excesiva de las exportaciones.
El modelo chino orientado a la exportación, considerable en mano de obra y energía, se ha beneficiado durante décadas de la globalización. Desde las reformas económicas y la apertura de la década de 1980, China se ha ido integrando en la economía mundial. Sus exportaciones como porcentaje del PIB han pasado del 5% en 1980 al 36% en su punto álgido de 2006.
Pero, el comercio mundial se desplomó hasta el 26,5% del PIB tras la Gran Crisis Financiera y luego osciló entre el 27% y el 30%, salvo un breve deslizamiento durante la COVID-19. Sin embargo, el comercio exterior de China como porcentaje del PIB disminuyó constantemente hasta situarse en torno al 20%, muy por debajo del nivel mundial.
El «Juego de la Fragmentación» global.
China pretende desempeñar un papel más importante en las instituciones económicas multilaterales del orden económico internacional establecido por Estados Unidos tras la Segunda Guerra Mundial. En este sentido, el gigante asiático ha motivado a sus funcionarios a ocupar altos cargos en estas instituciones, como el de Director General Adjunto en la OMC, para garantizar que su voz sea escuchada y sus intereses atendidos.
China reconoce el orden económico y financiero internacional creado y definido por Estados Unidos y ha actuado dentro de su marco en su afán de desarrollo económico desde la década de los 80, pero intenta ahora desplazar ese orden estadounidense, no del todo, sino de forma selectiva y regional.
Se trata de una estrategia similar a la del juego de mesa asiático «Go», en el que no se gana eliminando las piezas del adversario, sino colocando las suyas en las intersecciones adecuadas para asegurarse más esferas de influencia. Así, China ha estado invirtiendo en relaciones con países de regiones geopolíticas clave con el objetivo de controlar recursos vitales, atenuar las influencias estadounidenses y construir sus propias influencias chinas. Sin dejar de abrazar la globalización y los beneficios que conlleva, China intenta reorientar el orden globalizado a su favor, con una capa adicional de construcción de bloques y formación de alianzas.
Para proteger su posición y buscar posiciones estratégicamente ventajosas, China busca activamente establecer acuerdos bilaterales y ecosistemas regionales para garantizar el acceso a los mercados de sus productos y, lo que es más importante, el suministro de recursos vitales para la economía china, así como aumentar su esfera de influencia de seguridad nacional. China lanzó en 2013 la Iniciativa de la Franja y la Ruta, junto con el Banco Asiático de Inversión en Infraestructuras y el Nuevo Banco de Desarrollo. Ha acelerado, además, la firma de numerosos acuerdos de libre comercio bilaterales y regionales desde 2015. China también ha tratado activamente de firmar acuerdos de canje de divisas para impulsar el uso del renminbi (RMB) en su comercio exterior, reduciendo su dependencia con el dólar estadounidense, así como el uso del dólar por parte de sus socios comerciales.
Mientras tanto, en su afán de competencia estratégica con China, Estados Unidos ha fragmentado el orden globalizado que creó para negar a China el acceso a algunas tecnologías avanzadas, inversiones, capital y mercados, así como para hacer frente a aranceles más elevados y otras barreras comerciales.
China avanza hacia Occidente para asegurarse el suministro energético.
Tras más de dos años sin viajar al extranjero debido a la pandemia, el presidente Xi visitó los países centroasiáticos Kazajstán y Uzbekistán en septiembre de 2022, Arabia Saudí en diciembre de 2022, Rusia en marzo de 2023 y recibió la visita del presidente iraní en febrero de 2023. Durante la visita de Xi, China y Arabia Saudí firmaron un gran número de acuerdos comerciales, de inversión, tecnológicos y de infraestructuras. Xi también ha pedido a Arabia Saudí que acepte el renminbi en la liquidación de las transacciones de crudo. De este modo, China está estrechando lazos con Oriente Próximo para asegurar su suministro de crudo y, de paso, reducir marginalmente el poder estadounidense en la tradicional esfera de influencia de este último.
La situación de Asia Central es clave para la iniciativa china de la Franja y la Ruta. La región, sin salida al mar, solía estar dentro de la esfera de influencia de Rusia y la mayoría de sus oleoductos siguen yendo a Rusia. Como Rusia está ocupada con la guerra y necesita a China estratégicamente, China ha conseguido ampliar su poder económico en Asia Central.
Fragmentación financiera.
A pesar de haber abrazado la globalización en las últimas décadas, China mantiene un firme control sobre su moneda, su capital y su sistema bancario. El gigante asiático controla rigurosamente todos los movimientos transfronterizos de capital y tiene una moneda vinculada a una cesta de divisas de sus principales socios. Su sector bancario está dominado por bancos de propiedad mayoritariamente estatal.
De este modo, China protege su sistema financiero de las perturbaciones financieras externas y utiliza sus bancos para canalizar fondos del sector empresarial y de los gobiernos locales con el fin de financiar el crecimiento económico y las iniciativas políticas. Mientras que los problemas de los bancos regionales de Estados Unidos y la saga de los bancos suizos han afectado a las cotizaciones de los bancos estadounidenses y europeos, los bancos chinos que cotizan en bolsa se han visto menos afectados, ya que están relativamente aislados de esas sacudidas. No obstante, los bancos chinos se enfrentan a su único problema, tener que seguir las directrices del Banco Popular de China para conceder préstamos de acuerdo con las iniciativas políticas de Pekín. Los bancos chinos se encuentran a menudo en una fase del ciclo crediticio muy diferente a la del resto del mundo y su entorno operativo está fuera del sistema financiero mundial.
Tecnología y fragmentación de datos.
En su búsqueda de autosuficiencia tecnológica en medio de las restricciones impuestas por Estados Unidos en el acceso a tecnología avanzada, China está creando una comisión central de ciencia y tecnología dependiente del Partido Comunista Chino para movilizar recursos y esfuerzos a escala nacional en múltiples entidades gubernamentales con el fin de impulsar la innovación tecnológica y los descubrimientos científicos.
A menudo aclamados como el nuevo petróleo de la economía de la información, los datos son un activo estratégico clave que China intenta aislar del resto del mundo. En este sentido, China también prohíbe a su población el acceso a numerosos sitios web extranjeros.
Invertir en fragmentación.
A medida que China avanza en la construcción de infraestructuras para Arabia Saudí y, potencialmente, con otros países del Golfo ricos en recursos y países de Asia Central, parece interesante seguir de cerca algunas empresas del sector de infraestructuras, como China State Construction, Nari Technology y China Energy Engineering.