Las mocitas de Podemos están ya en función descalificación permanente como si eso les proporcionase réditos electorales que es de lo único que se trata y preocupa en ambientes políticos en estos días de encuestas adivinadoras de posibles resultados y por lo tanto, de descubrir nuevos espacios o de como desmarcarse del contrario o para reclamar es espacio propio y abundante de votantes que la encuesta de turno les niega.
Así, esta claro que se han repartido los papeles. Montero, la señora de Iglesias ha de plantear la batalla de la ley del si es si a cara de perro contra sus compañeros del Consejo de Ministros. Mientras, su compañera de partidos, la ministra de Derechos Sociales y secretaria general de Podemos, la señora Belarra, se esfuerza con entereza en hacer el ridículo con su particular cruzada contra Roig, presidente de Mercadona, utilizando la descalificación y la mentira como arna arrojadiza. En esta ocasión ha atacado al empresario porque «cuando ganas 6.000 o 9.000 millones de euros en un año», (cifras que no se ajustan ni remotamente a los beneficios de Mercadona, ni a los de Juan Roig), según la ministra «no eres un empresario, eres un usurero».
Pero ahí no queda la cosa. Como los empresarios están presentando sus cuentas anuales y los beneficios son buenos, la dirigente de Podemos ha incluido a otros dirigentes en su descalificación y que mejor motivo que las hipotecas para tratar de propinar una inútil broncaI a Botin y a Torres, presidentes de Santander y BBVA a los que ha llamado codiciosos y avariciosos, como si ella misma no lo fuese.
Pero eso no importa. Lo que cuenta es e¡ retornar a la dialéctica universitaria de mítines descalificadores ante un público fácil y ansioso de insultos y exabruptos contra las clases opresoras.
En definitiva, el tono de la campaña puede ser de aquellos de los años sesenta cuando los “grises” eran objeto de la ira de unos estudiantes, niños bien reconvertidos en revolucionarios, algo parecido a una ministra reconvertida en mitin era barata y cíñelo coche oficial a la puerta para llevarla a sus despacho.