Si bien, unos dos tercios de la financiación de estas entidades se destina al segmento de hogares, el 72% del crecimiento de este año se debe a créditos destinados a empresas . “Las empresas han concentrado el grueso del incremento de la financiación por parte de las EFCs el último año”, comenta Aguirre, economista y director de relaciones institucionales de AIS. Según el informe, el saldo de su cartera ha aumentado 1.912 millones de euros hasta alcanzar los 15.209 millones. Se trata de la cifra más alta desde diciembre de 2019. “Estamos hablando – indica Aguirre- de que las financieras han experimentado un ascenso del 14,4% en sus créditos destinados a sufragar actividades productivas. Un dato llamativo, porque hace años que sus préstamos a este segmento no crecían a este ritmo. Y lo es más, si tenemos en cuenta que, durante el mismo periodo, entre los bancos el balance de la cartera de créditos a empresas ha resultado negativo”. Así, según el economista, el total de préstamos vivos concedidos por los bancos a este segmento se ha reducido un 1,5%, casi 8.200 millones de euros.
Morosidad sin cambios
Pese a la notable alza de los créditos a empresas por parte de las EFCs, su tasa de morosidad no ha sufrido ningún repunte. Al contrario, entre diciembre de 2021 y el de 2022 ha logrado rebajar una décima hasta situarse en el 3,3%. En el caso de la banca, la mora del conjunto de préstamos a actividades productivas también se ha rebajado en el último ejercicio del 4,8% al 4,3%.
Digitalización y machine learning, una de las claves del éxito
Aguirre atribuye parte del éxito de los resultados del último ejercicio a la estrategia de digitalización iniciada por las financieras, que les permite apuntalar el crecimiento del negocio conservando los mismos niveles de riesgo.
Estas entidades, están utilizando con buenos resultados los modelos machine learning para la gestión del riesgo de crédito. Unas técnicas de inteligencia artificial que permiten analizar grandes cantidades de datos e incluir muchas más variables a la hora de analizar solicitudes de crédito, lo que deriva en una definición mucho más precisa de los perfiles de riesgo de las compañías solicitantes, con la consiguiente mejora en la eficiencia y en la rapidez del proceso de evaluación.
Además, esa capacidad de ajuste de los perfiles puede alinearse con estrategias de personalización y determinar cuál es la mejor oferta para cada empresa en particular o fijar sus límites de crédito. “Siempre manteniéndose dentro los rangos de riesgo marcados por la financiera”, observa Aguirre.