Sendagorta ha puesto de relieve el papel que juegan las empresas familiares en el conjunto del tejido empresarial español, que se caracteriza por estar compuesto por pequeñas y medianas empresas que en muchos casos tienen al frente una unidad familiar. En este sentido, ha apuntado a que estas compañías deben incorporar como valor diferencial la apuesta por la conciliación entre el trabajo y la vida familiar.
También se ha referido al problema que enfrentan miles de jóvenes para encontrar trabajo, lo que merma sus posibilidades de desarrollar su proyecto vital. «Nuestros jóvenes tienen que saber que hay un futuro esperándoles en nuestras empresas, un futuro que permitirá su desarrollo profesional y vital, pero este futuro está forzosamente ligado a una formación adecuada que satisfaga las necesidades de las empresas de hoy», ha recalcado Sendagorta, haciendo referencia a las brechas existentes entre la formación con la que cuentan los trabajadores que buscan incorporarse al mercado laboral y la que demandan las compañías. Sin embargo, en este punto ha destacado que «por su parte tienen que estar muy atentos a remunerar adecuadamente a nuestras personas, manteniendo al mismo tiempo la competitividad de las empresas».
Sendagorta se ha referido directamente a la paradoja que enfrenta el mercado laboral español por el que, a pesar de contar con un número importante de personas en paro (2,8 millones), varios sectores económicos denuncian dificultades para encontrar mano de obra, más y menos cualificada. Esto, unido a la disminución progresiva del índice de natalidad, lleva a las empresas de este ámbito a plantearse cómo ser más atractivas para la atracción de talento, ha apuntado. Aunque también, ha apelado, en el ámbito individual, a no renunciar al «vínculo entre individuo y sociedad basado en el esfuerzo y en el trabajo», ya que ha asegurado que la «libertad y la dignidad como personas van íntimamente ligadas a nuestra capacidad de contribuir al bienestar social con nuestro trabajo».
El representante del Instituto de Empresa Familiar ha sostenido que estas compañías necesitan ser «viables y competitivas» para avanzar, por lo que sitúan como ejes centrales de su actividad «la productividad, la eficiencia y el compromiso». Sendagorta ha resaltado que en este proceso el talento de los equipos constituye la «principal ventaja competitiva» con la que cuenta el país, especialmente en sectores como el de la digitalización, la Inteligencia Artificial o la robotización. Sin embargo, queda un amplio margen de mejora, por lo que ha invitado a llevar a cabo una reflexión y acción decidida para corregir el que ha calificado de «endémicamente deficiente» sistema educativo.
«Desde nuestras empresas hacemos esfuerzos e impulsamos iniciativas para fomentar y mejorar la formación dual y la formación profesional, pero no es suficiente. Es necesario y urgente un gran consenso político y social que aborde este problema», ha defendido frente al contexto de «ruido» que, ha asegurado, se incrementa en periodos electorales como el que atravesamos en este momento. «Un ruido que polariza y crea enfrentamientos estériles», ha apuntado. Asimismo, ha respondido a los señalamientos de algunos miembros del Gobierno y ha defendido que los empresarios familiares no son el enemigo de nadie, «somos muy conscientes del papel esencial que nos corresponde en nuestro modelo de sociedad».
En este sentido, ha argumentado que las empresas familiares contribuyen a la solución de estos y otros problemas a través del «trabajo, la reflexión y el empeño en construir un futuro mejor para todos» y no en discusiones que les distraigan de su actividad. Especialmente en un clima de condiciones duras (inflación, tensiones geopolíticas, crisis de la cadena de suministros, alza de tipos de interés) que ha defendido, requieren «el consenso y el esfuerzo de todos».