En una entrevista con el diario japonés ‘Nikkei’ la banquera central de la zona euro afirma que las protestas y las huelgas de los trabajadores que se producen en algunos países europeos «no sorprenden», después de la sustancial caída de los salarios reales el año pasado. «Ahora hay un proceso de ponerse al día y recuperar el terreno perdido en términos de salarios reales», asegura Lagarde.
La herramienta que maneja el BCE para controlar los salarios en la zona euro revela que los sueldos crecen, por ahora, un 3% interanual, un ritmo que aún se encuentra lejos de la inflación. Sin embargo, las previsiones apuntan a que las remuneraciones de los trabajadores podrían crecer mucho más rápido en los próximos trimestres.
Lagarde reconoce que la pequeña ‘revolución’ que se observa en Europa para reclamar subidas salariales son, en cierta medida, esperadas. Hay que tener en cuenta que el año pasado los salarios reales cayeron con la mayor intensidad vista en las últimas décadas. Eso no quita que dentro del banco central exista cierta preocupación por estos eventos. Son los salarios, precisamente, el componente que puede mantener la inflación subyacente en una cota elevada y poner al BCE en una situación compleja.
«Ahora se ha iniciado un proceso para ponerse al día y recuperar el terreno perdido en términos de salarios reales», explica Lagarde. La máxima mandataria del Banco Central Europeo ha señalado que el BCE debe «estar extremadamente atento a esos riesgos potenciales… en particular, en relación con los aumentos salariales en varios países europeos».
Tras esas declaraciones, Lagarde pone ejemplos concretos: «Los números parecen grandes en sí mismos. Tomemos, por ejemplo, los acuerdos salariales recientes en Alemania y España, que son ambos de dos dígitos en un período de dos y tres años, respectivamente (sumando esos periodos la subida alcanza dos dígitos). Es un proceso de recuperación que se está llevando a cabo, y tenemos que permanecer muy atentos».
Los salarios son clave para la inflación estructural, la que depende en menor medida de los componentes más volátiles de la cesta de consumo. De ahí la ‘obsesión’ del BCE con las negociaciones salariales: si la inflación subyacente (no pondera alimentos ni energía) se mantiene en las cotas actuales (el último dato fue del 5,6%), el BCE se verá forzado a seguir endureciendo la política monetaria en un contexto de elevada fragilidad financiera y gran endeudamiento. El coste para la economía sería mucho mayor en el medio y largo plazo, por eso sería conveniente que los salarios mantuvieran una senda sostenible con el objetivo de inflación.
Además, la banquera gala explicó que en el caso del BCE «tenemos un mandato claro, que nos asigna un objetivo, no dos como en la Reserva Federal. Nuestro objetivo es la estabilidad de precios», reiteró. Por otro lado, en cuanto a las decisiones de política monetaria del BCE, Lagarde considera que haber comenzado a subir los tipos de interés un poco antes del pasado mes de julio no habría tenido un efecto muy diferente sobre la inflación.
En cualquier caso, la francesa destaca la determinación del BCE para controlar la inflación y llevarla de vuelta al objetivo a medio plazo del 2% de manera oportuna. «Ya hemos hecho un ajuste considerable. Pero todavía tenemos más terreno por recorrer», apostilla.