En este libro se relata el viaje que hicieron en 1931 con el hidroavión Lockheed 8 Sirius, que se conserva en el National Air and Space Museum, de Washington. El libro fue publicado en 1935.
Anne fue la radiotelegrafista y para eso tuvo que aprender a utilizar el lenguaje propio y los mismos elementos técnicos de la radio, toda una aventura, narrada en las primeras páginas del libro y que están llenas de humor. Su trabajo con la radio fue muy importante ya que en muchas ocasiones volaron casi a ciegas por la niebla intensa que cubría a algunos lugares. El sentido que tiene el viaje es el de explorar e inaugurar una ruta por el Ártico para pasar de América a Asia, que acabaría siendo normal.
El libro acaba con dos apéndices que son muy interesantes para hacerse idea de lo que suponía el viaje. El primero es la relación de todo lo que llevaron en el vuelo, pesado al milígramo, y su lectura da una idea clara de la aventura que suponía en aquellos momentos un vuelo en esas condiciones. El segundo apéndice es el Cuaderno de Bitácora, día a día desde el 17 de julio, saliendo de Nueva York hasta el 20 de septiembre cuando el avión sufrió grandes desperfectos en China, en el río Yangtsé totalmente desbordado y tuvo que ser trasladado en un portaviones británico a Shanghai.
El relato que va haciendo Anne nos revela el tipo de mujer que era, su forma de ver la vida, su capacidad de enfrentarse a las dificultades, su sumisión a las órdenes de su marido, ya que no se limita a describir lo que van viendo sino que aprovecha para resaltar lo peculiar de cada lugar, con gran sentido de admiración y siempre muy positiva, valorando mucho a las personas, pero sabiendo describir la belleza del paisaje, su grandiosidad y a la vez los pequeños detalles. Hay algunas reflexiones que son excepcionales.
Por el itinerario recogido en el Cuaderno de Bitacora se puede ir siguiendo el viaje, desde las tierras del Norte en Canada y Alaska con los inuits, que nosotros llamamos esquimales, hasta la enorme península de Kamchatka en Rusia donde los habitantes son muy similares: las fiestas en su honor en poblados en los que imperan los cazadores de pieles y que son muy pequeños, los singulares regalos, las funciones religiosas y en general una gran hospitalidad, ya que viven aislados y dependiendo del barco que llega una vez al año trayendo provisiones. Hay que tener en cuenta que solo viajan por el día, cuando se puede ver y además en algunos lugares se quedan un poco más. El viaje por Japón es el momento culminante del libro ya que es una gran admiradora de su cultura, de su amor al detalle y a la belleza y la delicadeza de todos sus gestos. Y por último China donde el desbordamiento del río Yangtsé, inundando campos y pueblos es una de las grandes catástrofes que también sufrieron ellos.
En conjunto es libro de un viaje excepcional narrado por una mujer igualmente excepcional y que además esta muy bien escrito y que no hay que olvidar que narra una aventura de principios del siglo XX.
A Oriente por el Norte
Anne Morrow Lindbergh
Nórdica (2025)
págs. 224