Como refleja el documento, «hubo consenso en que sería prematuro discutir recortes de tipos» en el encuentro del pasado 7 de marzo, donde Philip R. Lane, miembro del Comité Ejecutivo, propuso mantener sin cambios los tres tipos de interés clave del BCE basándose en la evaluación de las perspectivas de inflación, la dinámica de la inflación subyacente y la fortaleza de la transmisión de la política monetaria. Sobre la base de esos tres criterios, el organismo considera que los tipos de interés se encontraban en niveles que, mantenidos durante un período suficientemente largo, harían una contribución sustancial al objetivo del BCE de devolver la inflación a su objetivo de medio plazo.
«Esto justificaba seguir aplicando un enfoque dependiente de los datos para determinar el nivel y la duración apropiados de la restricción, garantizando al mismo tiempo que las tasas oficiales se fijaran en niveles suficientemente restrictivos durante el tiempo que fuera necesario», aseguran las actas.
Sin embargo, los avances en estos tres elementos justificaban «una mayor confianza en que la inflación estaba en camino de alcanzar el objetivo del BCE de manera oportuna y sostenible», aunque «se necesitaban más datos y pruebas para que el Consejo de Gobierno tuviera suficiente confianza en ello».
Por lo tanto, los miembros del BCE consideraron que era importante no caer en la complacencia, ya que el proceso desinflacionario seguía siendo «frágil y condicionado a una serie de supuestos benignos sobre los salarios, los beneficios y la productividad».
Así, las actas del BCE, concluyen que, «además de las nuevas proyecciones de personal, el Consejo de Gobierno tendría muchos más datos e información para la reunión de junio, especialmente sobre la dinámica salarial. En cambio, la nueva información disponible a tiempo para la reunión de abril sería mucho más limitada, lo que haría más difícil tener suficiente confianza en la sostenibilidad del proceso de desinflación para entonces».