Tras los últimos acontecimientos se puede afirmar que en España gracias a las decisiones y pactos de Sánchez esa separación ha dejado de existir y todo y cada uno de esos poderes dependen única y directamente de su persona.
Es claro que el Ejecutivo depende de su propio jefe, que en este caso es el mismísimo don Pedro, amo y señor de voluntades capaz de domeñar a ministros y ministros, siempre y cuando sean socialistas, porque de los demás dependen para seguir en el poder, tal y como se ha visto, y se sigue viendo en el caso de los ministros/as de Sumar, Podemos e Izquierda Unida a los que ha tenido que soportar no sin desgana hasta que llego el momento del repuesto, que claro esta deberá ser pactado o de lo contrario se quedara sin algún que otro coto necesario para seguir rn el machito de La Moncloa.
También es claro que en estos momentos y gracias a esa mayoría Frankenstein el Legislativo depende también de su persona. No hay mas que seguir el comportamiento de la presidente de la Cámara durante esta semanas de gestiones alocadas para conseguir ser investido por tercera vez en las que la señora presidenta, la balear Armengol se ha plegado a los intereses de don Pedro manteniendo la Cámara cerrada a cal y canto y sin actividad. El sometimiento es tan evidente, tan palmario que resulta imposible simplemente pensar en su independencia del Ejecutivo,
Finalmente, la colocación de títeres al frente de los distintos departamentos en los que se descompone el Judicial, mas el acuerdo alcanzado con Puigdemont para que los políticos, sus decisiones y actuaciones estén por encima de cualquier decisión o actuación judicial señalan claramente que el poder judicial ha dejado de ser independiente y esta a merced de lo que los políticos de turno decidan ¡, hagan y resuelvan sin solución de continuidad.
Es decir, en manos de una sola persona se concentra todo, absolutamente todo lo que representa y constituye la democracia, por lo que deja de ser tal y pasa a convertirse en una dictadura.