En su informe mensual sobre el mercado del petróleo publicado este jueves, la AIE estima que esa demanda global aumentará en 900.000 barriles diarios en 2024 hasta 102,99 millones, cuando hace un mes calculaba que serían 970.000. Sus proyecciones para 2025 se mantienen igual, con una progresión de 950.000 hasta 103,94 millones de barriles diarios. Sobre todo, hay que ver la fuerte ralentización dado que el ascenso había sido de 2,1 millones de barriles diarios en 2023. El principal causante de esa desaceleración es China, donde el consumo en julio se redujo en 280.000 barriles respecto al mismo mes del pasado año, y eso ocurre ya por cuarto mes consecutivo. Es un contraste evidente con la tendencia de los doce meses precedentes, en los que el ritmo de subida era de un millón de barriles diarios, y más todavía con el ritmo en 2023, de 1,5 millones.
Para el conjunto de 2024, los expertos de la AIE creen ahora que el gigante asiático elevará su demanda en sólo 180.000 barriles diarios respecto a 2023 por dos razones principales, la ralentización económica y la sustitución en marcha de los derivados del petróleo como combustible en el tráfico rodado por la explosión de los vehículos eléctricos. Fuera de China, la demanda es anémica en el mundo desarrollado donde este año se quedará casi dos millones de barriles diarios por debajo del nivel que tenía antes de la pandemia. Los autores del estudio destacan que en Estados Unidos, que es el primer consumidor de petróleo en el mundo, el uso de gasolina ha bajado en cinco de los seis primeros meses del año. A la vista de todos esos elementos, se refuerzan en sus expectativas de que el consumo de petróleo en el mundo tocará techo a finales de esta década.
Por el lado de la oferta, lo más significativo en el análisis del mercado que hace la AIE es que la progresión de la aportación de los países que no forman parte del cártel que forma la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP) con sus socios (y en particular Rusia) es superior al aumento de la demanda global. En concreto, este año los productores que no pertenecen al bloque OPEP+ sacarán al mercado 1,5 millones de barriles diarios más que en 2023. Dando por descontado que la estrategia de contención de la OPEP+ y sus recortes voluntarios supondrá una disminución de sus extracciones de 810.000 barriles diarios, la producción mundial en ese caso subirá en 660.000 barriles diarios a un récord de 102,9 millones. Para tratar de detener la fuerte caída del precio del barril de crudo (ha pasado de 82 dólares a comienzos de agosto para el Brent a poco más de 70 dólares este miércoles), Arabia Saudí y sus aliados han anunciado que aplazan dos meses el fin de los recortes voluntarios de producción.
Una forma de darse tiempo para observar el comportamiento de la demanda, así como el impacto de la situación en Libia, que ha visto sus extracciones desplomarse de 1,2 millones de barriles diarios en julio a 500.000 en agosto, y sus capacidades para restablecer la producción. La AIE calcula que, aun suponiendo que la OPEP+ mantuviera sus recortes voluntarios, las extracciones mundiales crecerían en 2025 en 2,1 millones de barriles diarios, hasta un nuevo máximo histórico de 105 millones.