Al mismo tiempo, aportaría una inyección de capital a la compañía española que le permitiría sortear la causa de disolución en la que incurrirá a finales de 2025 si no recibe un nuevo balón de oxígeno, dado su alto endeudamiento.
El importe de la transacción está todavía por concretar, aunque superará ampliamente los 100 millones que abonó IAG durante la pandemia por su 20% del accionariado, dada la mejora del resultado operativo de Air Europa. En 2023 disparó sus ingresos un 18% y logró un beneficio histórico de 165 millones. Para este año, confían en elevar esa cifra al rango de 180 a 200 millones, dada la fuerte demanda de viajes. Además, ya ha devuelto 124 de los 141 millones del préstamo concedido por el ICO en 2020, a falta de hacer lo propio con el rescate de la SEPI, cifrado en otros 475 millones.
Tras la operación, si es que llega a cerrarse, los franceses pasarían a ser una especie de socio industrial de Air Europa, abriendo la puerta a forjar nuevas alianzas con la propia Air France-KLM, con la que ya vuela con códigos compartidos; o con sus socios, como la recién adquirida y nórdica SAS o la americana Delta, que mira al sur de Europa para expandirse hacia el sur del continente americano.
A pesar de los rumores IAG continúa sin dar pistas sobre si aportará los 15 millones necesarios para no diluir su participación del 20% al 16%, mientras recuerda que su presencia en el capital es meramente financiera.