En 2015 un ciudadano que encontrara un arrendamiento en Madrid, Barcelona, Zaragoza, Valencia, Sevilla o Málaga pagaría un precio mediano -el más común- de 509,67 euros por una superficie mediana de 77,3 metros cuadrados (m2). En 2022 ese mismo piso costaría 668,07 y tendría 75,2 m2, según los últimos datos del Sistema Estatal Índices Alquiler de Vivienda.
No obstante, este valor es un promedio y las brechas entre ciudades son abultadas. Por ejemplo, al centrar la mirada en un piso en Eixample (Barcelona), el usuario habrá de pagar 985,55 euros por una casa de 75 m2; casi 233,5 euros más por 1 m2 menos que en 2015, cuando arrancan los registros del Ministerio de Vivienda.
Además, las subidas de precio no hacen distinciones entre barrios. Por ejemplo, el distrito de Usera, en Madrid, dispone de la menor renta mediana por unidad de consumo de la ciudad, en 14.350 euros al año, según los últimos datos disponible en el Instituto Nacional de Estadística (INE). El barrio sufrió un alza en el valor de los arrendamientos de un 30,64%; mientras que en Chamartín, el barrio con más renta de Madrid con 32.550 euros anuales, sufrió un incremento del 32,4%, una diferencia de menos de dos puntos porcentuales. Aunque con algunas variaciones, las subidas de precios se repiten de manera prácticamente homogénea en el resto de grandes ciudades.
Donde sí hay diferencias es en los esfuerzos destinados al alquiler. Siguiendo el mismo ejemplo, Usera es la zona de Madrid en el que la mediana de rentas debería dedicar más ingresos anuales al alquiler de un piso modelo, con un 54,6%. Chamartín, en cambio, es el distrito de la capital que menor proporción destina al pago de arrendamientos, con un 36,8%.
Las fuentes consultadas concuerdan en que la falta de oferta de alquiler es lo que presiona el precio al alza en toda España y en las grandes urbes en particular. Por el lado de la superficie, también apuntan a una tendencia a reducir los espacios por un cambio en el modelo de vida. Matos, directora de Estudios de Fotocasa, afirma que las nuevas necesidades habitacionales «demandan menos espacio porque los núcleos familiares se están reduciendo». «En 20 años, se estima que el 30% de los hogares sean unipersonales y que el 50% de las familias sean monoparentales o no tengan hijos. De hecho, la demanda de alquiler es superior a la de hace unos años, precisamente porque hay más personas que deciden vivir solas que antes», prosigue Matos. Esto presiona los precios de la vivienda en alquiler, en un mercado en el que hay pocas casas con estas características.