En España, los efectos no han tardado en hacerse notar: el IBEX 35 reaccionaba con una caída del 1,54%, reflejando la incertidumbre de los mercados. Más allá de los titulares, esta medida tiene implicaciones profundas para nuestras empresas, especialmente para aquellas que han hecho de la internacionalización un eje de crecimiento.
España exporta a Estados Unidos bienes y servicios por valor de más de 21.000 millones de euros al año, lo que equivale a un 1% del PIB. Más de 27.000 empresas —muchas de ellas pymes— mantienen relaciones comerciales con el país norteamericano. Entre los sectores más expuestos están el agroalimentario, con el aceite de oliva y el vino como principales embajadores de nuestra calidad; la industria farmacéutica, que ha consolidado una importante presencia; y el sector de componentes de automoción, altamente integrado en las cadenas de suministro globales.
Madrid, como epicentro económico y empresarial de España, es una de las regiones que más pueden sufrir las consecuencias. Nuestra comunidad es la segunda que más exporta a Estados Unidos, sólo por detrás de Cataluña, y lidera las importaciones procedentes de ese país. En 2024, la Comunidad de Madrid exportó 2.149,1 millones de euros a los Estados Unidos, el 10% aproximadamente del total de ventas de España a ese país y supone el 4,4% del total de exportaciones madrileñas al exterior, de manera que es nuestro sexto destino exportador por detrás de Francia, Portugal, Reino Unido, Alemania e Italia.
En concreto, exportamos, entre otros productos, máquinas y aparatos mecánicos, petróleo refinado, medicamentos envasados y transformadores eléctricos, o aeronaves, materias que pueden verse directamente afectados por las medidas adoptadas por Washington. Además, el nuevo arancel del 25% a los vehículos importados no impacta directamente a España, pero sí a las empresas madrileñas que fabrican componentes de automoción. Por su parte, el sector siderúrgico, particularmente sensible al coste de las materias primas como el aluminio y el acero, podría llegar a perder hasta 1.100 millones de euros si la situación se prolonga. No hablamos, por tanto, de una amenaza lejana: hablamos de un golpe directo a nuestra economía productiva y exportadora.
No es momento de dramatismos, pero tampoco de pasividad. Por un lado, para la Unión Europea en su conjunto y para cada uno de los países que la componen se abren también oportunidades para aprovechar esta situación para acabar con la hiperregulación, reducir burocracia, y fomentar la competitividad empresarial eliminando trabas, lo que puede favorecer nuestra actividad e internacionalización hacia otros mercados mundiales.
Por otra parte, las empresas madrileñas han demostrado en numerosas ocasiones su capacidad de adaptación, resiliencia y liderazgo. Pero para afrontar este nuevo escenario, necesitan apoyo, acompañamiento y una estrategia clara que refuerce su posicionamiento internacional y diversifique sus mercados. Y ahí es donde la Cámara de Comercio de Madrid tiene un papel esencial.
Desde la Cámara llevamos más de cinco décadas acompañando a las empresas en sus procesos de internacionalización. Solo en 2024, más de 1.800 compañías confiaron en nuestros servicios de asesoramiento, formación, participación en ferias y misiones comerciales. Sabemos que exportar no es simplemente vender fuera, sino construir relaciones duraderas, adaptarse a normativas complejas, gestionar riesgos cambiarios, logísticos y culturales. Sabemos, en definitiva, lo que implica abrirse al mundo.
Por eso, redoblaremos esfuerzos en las próximas semanas para ofrecer a nuestras empresas nuevas herramientas de análisis, formación específica sobre la situación arancelaria, oportunidades en mercados alternativos y líneas de contacto directo con potenciales compradores en América Latina, Asia o África. También trabajaremos con nuestras administraciones para facilitar la interlocución institucional y reclamar medidas que amortigüen el impacto en los sectores más vulnerables.
En paralelo, seguiremos apostando por la digitalización como vía para reducir costes, agilizar procesos y abrir canales de venta internacionales menos dependientes de las barreras físicas y administrativas. Apostaremos, asimismo, por la cooperación público-privada para generar confianza, inversión y visión a largo plazo.
Lo que está en juego no es solo el resultado de una guerra arancelaria, sino la posición de nuestras empresas en un mundo cada vez más fragmentado, donde el proteccionismo gana terreno y los consensos multilaterales se resquebrajan. En este contexto, la respuesta, como ya adelanté en mi post anterior, no puede ser el repliegue, sino más internacionalización, más apertura, más innovación.
Madrid no puede permitirse perder peso en el comercio global. Somos un hub económico, logístico y financiero de primer nivel. Somos la región que más inversión extranjera directa recibe en España —7 de cada 10 euros que se invierten en España tienen a la Comunidad de Madrid como destino—. Y tenemos el talento, la conectividad y el ecosistema empresarial para seguir liderando. Pero necesitamos que nuestras empresas no se sientan solas en esta travesía incierta.
Desde la Cámara de Comercio de Madrid, estaremos a su lado. Escuchándolas, apoyándolas y representándolas. Porque si algo ha quedado claro en los últimos años es que, en tiempos de cambio, las instituciones sólidas y comprometidas son más necesarias que nunca. Y nosotros asumimos ese compromiso con responsabilidad, con determinación y con una visión clara: ayudar a nuestras empresas a seguir conquistando el mundo, incluso cuando el mundo se vuelve más difícil.