Estos aranceles se unen a los que anunció hace unas semanas sobre el acero y el aluminio que golpeaban directamente a España. En declaraciones a la prensa desde su residencia en Florida, el inquilino de la Casa Blanca ha especificado que los automóviles que entren al país estarán gravados «en torno al 25%», mientras que en el caso de los semiconductores y los productos farmacéuticos los aranceles serán de «un 25% o más, y subirán sustancialmente más en el transcurso de un año».
Estas nuevas tasas no entrarán en vigor de inmediato para dar tiempo a las empresas a trasladar sus fábricas a Estados Unidos. «Porque, como ustedes saben, cuando llegan a Estados Unidos y tienen su planta o fábrica aquí, no hay aranceles. Así que queremos darles un poco de margen», ha indicado Trump. El magnate ha asegurado que los aranceles podrán anunciarse tan pronto como el 2 de abril. También a principios de ese mes debe concluir un estudio de la Administración Trump sobre las políticas fiscales y arancelarias de otros países, lo que allanaría la entrada en vigor de los aranceles recíprocos.
Trump también promulgó recientemente un arancel general del 10% sobre los productos procedentes de China, así como aranceles del 25% sobre todas las importaciones de acero y aluminio.
Los nuevos aranceles sobre los automóviles tendrían efectos profundos en la industria. Según Bloomberg, los aproximadamente 8 millones de coches y camionetas ligeras importados a Estados Unidos el año pasado representaron cerca de la mitad de las ventas de vehículos en el país. Fabricantes europeos como Volkswagen y empresas asiáticas como Hyundai Motor estarían entre los más afectados.
Aunque aún faltan detalles sobre la última amenaza arancelaria, Bloomberg señala que la nueva fase de la guerra comercial de Trump amplía su alcance más allá de China, afectando particularmente a Asia. «En términos relativos, Trump 2.0 claramente golpeará a todos», afirmó Alicia García Herrero, economista jefe para Asia-Pacífico de Natixis. «Quien pensara que el resto de Asia, fuera de China, saldría beneficiado de esta guerra comercial estaba equivocado».
A nivel mundial, los países más expuestos a la última propuesta incluyen México y Corea del Sur, donde las exportaciones de automóviles a EE. UU. representan el 2,4% y el 1,8% del PIB, respectivamente. En el sector de los semiconductores, Malasia y Singapur también se encuentran entre los más vulnerables. Malasia, el sexto mayor exportador mundial de semiconductores, alcanzó un récord de 601.000 millones de ringgit (136.000 millones de dólares) en exportaciones de chips en 2024. El anuncio de Trump llegó apenas unas horas después de que el primer ministro de Singapur, Lawrence Wong, anunciara un plan de inversión de 1.000 millones de dólares singapurenses (744,8 millones de dólares) para un nuevo centro de I+D en semiconductores dentro de su presupuesto nacional.
Portavoces de Samsung Electronics y Taiwan Semiconductor Manufacturing, los mayores fabricantes de chips de Asia, declinaron hacer comentarios. Las principales potencias automotrices asiáticas, Corea del Sur y Japón, también están en la mira, especialmente si los nuevos aranceles se suman a los existentes. Japón, donde las exportaciones de automóviles representan una parte clave del comercio exterior y EE. UU. es su mayor mercado, ya ha expresado su preocupación a la Casa Blanca.
Según datos de Bloomberg Intelligence, un nuevo arancel del 25% equivaldría a un tercio de las previsiones de beneficios fiscales de Toyota para 2025 y casi la mitad de los de Honda. Expertos de la industria, grupos de presión y ejecutivos han advertido que la imposición de aranceles elevados al sector automotriz tendría efectos en cadena, como precios más altos para los consumidores y un incremento en los costes operativos para los fabricantes.
Varios países han prometido represalias inmediatas si se aplican los aranceles de Trump y han señalado que sus medidas apuntarían a productos políticamente sensibles fabricados en estados republicanos.