Dos razones explican este fenómeno: una es la poderosa recuperación que inició la economía de Argentina en la segunda mitad de 2024. En el primer trimestre de 2025, la economía ya estaba creciendo a un ritmo interanual cercano al 6%, liderando el avance del PIB en Latinoamérica. La otra razón es la fortaleza del peso frente al dólar, que también ha ‘inflado’ este dato de PIB per cápita. Todo ello en una economía que se está sometiendo a un plan de austeridad que ha recortado el gasto público en cinco puntos del PIB, lo que da mayor valor si cabe a los logros relacionados con el crecimiento.
El Producto Interior Bruto (PIB) per cápita de Argentina alcanzó en el primer trimestre de 2025 su nivel más alto desde que comenzaron los registros en 2004, medido en dólares corrientes. Según datos del Ministerio de Economía, el indicador subió hasta los 15.161 dólares anuales por habitante. Este fuerte repunte ha estado impulsado por la reactivación de la economía, la fuerte corrección del tipo de cambio (el peso se ha apreciado con fuerza contra el dólar generando parte de este gran incremento del PIB per cápita) y la liberalización de mercados implementada por la administración de Milei.
La mejora del PIB per cápita en dólares constantes refleja también el efecto de una desinflación significativa: la inflación mensual, que había alcanzado un 23% en diciembre de 2023 tras la devaluación inicial del nuevo gobierno, cayó al 1,5% en mayo de 2025. Esta desaceleración fue clave para sostener la competitividad del nuevo tipo de cambio y mejorar los indicadores de ingresos medidos en moneda dura. Según el INDEC, «la economía creció un 5,8% interanual en el primer trimestre, y el consumo privado se expandió un 11,6%».
Al ajustar el PIB per cápita por el índice de precios constantes de 2004, el resultado fue de 12.221 dólares, también el más alto de los últimos 22 años. La subida no solo se explica por la actividad agregada, sino también por un aumento en la productividad laboral, ya que el empleo total apenas creció un 1,3% en el período. Además, el tipo de cambio promedio en el trimestre subió un 26,6%, mientras que la inflación interanual fue del 78,8%, lo que refleja una apreciación real del peso.
A pesar de este hito, Argentina continúa muy atrás en el ranking global de PIB per cápita. Según el Fondo Monetario Internacional, ocupa actualmente el puesto 58 a nivel global. Esto la ubica por detrás de países vecinos como Chile (puesto 56, con 17.015 dólares por habitante) y Uruguay (puesto 45, con 22.693 dólares). El contraste con Estados Unidos (puesto 7, con 89.105 dólares) y Canadá (puesto 20, con 53.558 dólares) es aún más pronunciado. Históricamente, Argentina había liderado la región: entre 1980 y 2001, su PIB per cápita duplicaba al de Chile y superaba en un 40% al de Uruguay. Sin embargo, tras la crisis de la convertibilidad y las políticas macroeconómicas inconsistentes de las décadas siguientes, el país perdió terreno de manera sostenida en los rankings internacionales. La actual mejora en dólares corrientes parece revertir parcialmente esa tendencia, pero aún no alcanza para modificar sustancialmente su posición relativa.
Uno de los aspectos más destacados del informe es que el dato del primer trimestre de 2025 (tradicionalmente el más bajo del año) ya supera la proyección anual que el FMI había hecho para el país. Esto anticipa que el promedio anual podría ser más alto de lo previsto por los organismos internacionales. Sin embargo, la mejora no se distribuye de manera equitativa: el INDEC detectó un incremento en la desigualdad de ingresos, lo que indica que el crecimiento aún no llega a todos los sectores.
La combinación de superávit fiscal, desregulación de precios, acumulación de reservas y fin de la asistencia monetaria al Tesoro ha sido fundamental para mejorar los indicadores macroeconómicos. No obstante, el desafío para el gobierno será sostener este camino sin generar tensiones sociales ni desandar avances. Proyecciones académicas como la del economista Juan Pablo Nicolini, de la Universidad Torcuato Di Tella y miembro de la Reserva Federal de Minneapolis, plantean que, si se mantienen ciertas condiciones macro, el PIB per cápita argentino podría crecer a una tasa del 4% anual acumulativa y alcanzar los 34.000 dólares en 2035 (a paridad de poder adquisitivo), frente a los 22.000 actuales. Esto requeriría mantener una inflación controlada, fortalecer las instituciones y sostener la confianza inversora.
Por ahora, el gobierno apuesta a que el fuerte rebote de la inversión y el consumo privado continúe en los próximos trimestres, y permita que Argentina avance en el ranking latinoamericano de riqueza por habitante. Superar a Chile o incluso acercarse a Uruguay se ha convertido en un objetivo político simbólico, más allá de lo estadístico. Pero los analistas recuerdan que para lograr un desarrollo sostenible se necesita más que un tipo de cambio real competitivo: hacen falta educación, estabilidad y reglas claras.