En concreto y según la EPA, los ocupados aumentaron en el 2T 2025 en 503.300 personas, un avance que supera el registro del 2T 2024 (434.700) y el promedio de dicho trimestre en 2014-2019 (377.400). De este modo, la cifra de ocupados alcanzó un nuevo récord y se situó en 22,269 millones. En términos desestacionalizados, la ocupación sigue creciendo a un ritmo muy dinámico, un 0,68% intertrimestral, solo ligeramente por debajo del 0,73% del trimestre anterior. Por su parte, los parados se redujeron en 236.100 personas, con lo que la tasa de paro desciende hasta el 10,3%, la más baja desde 2008. Todo ello en un contexto de fuerte aumento de la población activa, que anotó la mayor subida en un 2T desde 2021 (267.300 personas)
Por otra parte, aumenta del déficit comercial de España y es que los intercambios comerciales vuelven a crecer en mayo, aunque de forma moderada, un 0,8% interanual las exportaciones y, algo por encima, un 1,3%, las importaciones. De este modo, el déficit comercial se situó en 2.543 millones de euros, por encima de los 2.349 millones de mayo del año pasado. En términos acumulados de enero a mayo, las exportaciones crecen un 0,8% y las importaciones un 4,3%, con lo que el déficit comercial alcanza los 21.525 millones de euros, un registro muy superior al del mismo periodo de 2024 (–15.110 millones). Este deterioro se debe a la ampliación tanto del déficit energético (–14.524 millones vs. –14.012 millones en enero-mayo de 2024) como, sobre todo, del déficit de bienes no energéticos, que alcanza los 7.000 millones de euros, el más elevado en este periodo desde 2010 (–1.097 millones en 2024).
Como gran dato positivo, la semana nos proporciona el de la morosidad que continúa la tendencia a la baja. La tasa de morosidad del crédito al sector privado se situó en mayo en el 3,11% (–7 p. b. respecto a un mes antes y –51 p. b. respecto a un año antes). El descenso en el mes se debió, sobre todo, al menor volumen de dudosos (–682 millones de euros, una caída del 1,8%) y, en menor medida, al aumento del saldo vivo de crédito (+3.258 millones de euros, un aumento del 0,3%).
En otro orden de cosas, el BCE no modificó los tipos de interés (depo en el 2,00%) en la primera reunión sin bajadas de tipos desde julio de 2024. La decisión, unánime, refleja el margen de pausa que dan una inflación en el objetivo (visible en los propios datos de inflación pero también en indicadores alternativos, salarios, márgenes empresariales y proyecciones a medio plazo) y una visión relativamente positiva del crecimiento económico (el BCE destacó dinámicas de fondo favorables detrás de la volatilidad generada por los aranceles y las estadísticas irlandesas), junto con la necesidad de análisis ante un mapa de riesgos exigente. Con todo ello, el BCE quiere «esperar y ver» antes de volver a mover ficha. Y es que el BCE sigue viendo un nivel de incertidumbre económica excepcional, en buena parte por las tensiones comerciales, y quiere gestionar esta incertidumbre con pausa y análisis. Por ello, Lagarde reiteró que, de cara a las siguientes reuniones, las decisiones van a depender de los datos y no habrá compromisos con ninguna senda de tipos a futuro. Y, para reforzar el mensaje, terminó la rueda de prensa deseando «unas buenas vacaciones en modo esperar y ver». La reunión enfrió las expectativas de los mercados sobre un posible recorte de tipos en septiembre, aunque los inversores siguen cotizando que el recorte termine produciéndose y el depo baje al 1,75% antes de terminar el año (véase la Nota Breve).
Al otro lado del Atlántico, anticipamos, y así lo descuentan también los mercados financieros, que la Fed vuelva a dejar los tipos de interés sin cambios (fed funds en el rango 4,25%-4,50%), en la próxima reunión prevista para el 30 de julio, alargando la postura de cautela una vez más en lo que va de año. Las proyecciones macroeconómicas de la reunión de junio mostraron que, en cuanto a expectativas de tipos de interés, dentro del FOMC hay dos claros grupos, de casi igual tamaño: uno más cauto, que prefiere ningún recorte o tan solo uno en 2025, y otro que proyecta dos o incluso tres. El grupo más acomodaticio argumenta que hasta ahora el impacto de los aranceles sobre los precios al consumidor ha sido limitado y no debería generar efectos de segunda ronda, y que, dado que el mercado de trabajo no se encuentra en condiciones tan sólidas como parece (por ejemplo, la tasa de contrataciones está en mínimos y la creación de empleo privado se ha enfriado), es momento de retomar las bajadas de tipos. No obstante, esperamos que el grupo más cauto se imponga en esta reunión por tres razones: todavía falta claridad sobre cómo, cuándo y cuál será el nivel de llegada de aranceles, y la incertidumbre sobre el efecto en precios sigue siendo elevada; segundo, los datos apuntan a una economía que se mantiene resiliente, con una tasa de paro baja, y eso le permite seguir en pausa; y tercero, aunque el impacto ha sido limitado, por ahora, sí empiezan a aparecer en los datos de inflación unos primeros repuntes de precios de bienes que podrían extenderse en magnitud y perímetro, y que dificultan justificar una bajada de tipos.
Finalmente, los inversores empezaron la semana con un sentimiento cauto, ante la creciente proximidad del 1 de agosto, fecha en la que deberían entrar en vigor los llamados aranceles recíprocos de EE. UU. Sin embargo, el anuncio de un acuerdo comercial entre EE. UU. y Japón y las expectativas sobre un posible acuerdo entre EE. UU. y la UE desataron el apetito por el riesgo de los inversores en algunas sesiones, para luego moderarse hacia el cierre de la semana. Así, la bolsa estadounidense avanzó en el conjunto de la semana, también respaldada por buenos resultados empresariales entre algunas grandes compañías, como Alphabet, mientras que las bolsas europeas tuvieron un desempeño más dispar: en conjunto, el STOXX EUR 600 subió cerca de un 1%, destacando en positivo las bolsas española, portuguesa e italiana, pero con un comportamiento más mixto en los índices de Alemania y Francia. Por su parte, los tipos soberanos de corto plazo repuntaron de la mano de una lectura hawkish de la reunión de julio del BCE, mientras que los vaivenes del sentimiento inversor templaron el movimiento entre los tipos a largo plazo. En el mercado de divisas, el euro se fortaleció frente a sus principales pares y volvió a superar los 1,17 dólares, retornando a máximos de las últimas dos semanas. Por último, en el mercado de materias primas, el petróleo Brent siguió fluctuando cerca, pero por debajo, de los 70 dólares por barril.