Por último, los inversores han de estar con un ojo puesto en la política comercial y otro atento a cualquier atisbo de desaceleración económica.
El índice de comercio al por menor creció en abril un 0,7% intermensual, un buen dato si tenemos en cuenta el contexto de elevada incertidumbre relacionado con la política arancelaria de EE. UU. que tuvo lugar en el mes. En términos interanuales, la tasa se aceleró hasta el 4,0%, desde el 3,8% anterior. Por productos (estaciones de servicios, alimentación, equipo del hogar, equipo personal y salud), los avances intermensuales fueron generalizados.
La inflación general en España sigue en descenso en mayo. La inflación general cayó 3 décimas en mayo hasta situarse en el 1,9% interanual, según el indicador adelantado del IPC publicado por el INE. Este retroceso responde principalmente al descenso de los precios relacionados con el ocio y la cultura (que incluye algunos servicios turísticos) y de los transportes (que incluye carburantes). Por otro lado, la inflación subyacente retoma su tendencia a la baja al caer 3 décimas hasta el 2,1% interanual después del repunte de abril. El dato de inflación subyacente se encuentra en el rango esperado por CaixaBank Research, mientras que el de inflación general se encuentra ligeramente por encima.
La morosidad del crédito al sector privado español registra un nuevo recorte hasta el 3,2% en marzo de 2025, tras mantenerse estable en los últimos meses. Con respecto a febrero de 2025, baja 8 p. b. y con respecto a marzo del pasado año, el descenso es de 40 p. b. El retroceso en ambos casos se debe, principalmente, al menor volumen de dudosos (–700 millones de euros y –4.000 millones de euros, respectivamente).
De cualquier forma, los mercados financieros globales cerraron la semana con un tono mixto, en un contexto de elevada incertidumbre comercial, después de que gran parte de las subidas arancelarias de Trump entrasen en una batalla judicial, y señales más bien negativas sobre el crecimiento económico en EE. UU. Aquí, la revisión del PIB del 1T fue mínima (y al alza), y hubo alguna sorpresa positiva, como el repunte en la confianza del consumidor en mayo; pero el consumo privado se corrigió levemente a la baja, lo que, unido al repunte en las solicitudes de desempleo en la pasada semana o la caída en los beneficios empresariales en el 1T, presionaron a la baja las rentabilidades soberanas, especialmente en los tramos largos. En la eurozona, la rentabilidad de la deuda soberana también descendió, aunque con menos intensidad. Destacó la reducción de la prima italiana, apoyada por la revisión al alza de su perspectiva crediticia por parte de Moody’s, que se suma a las ya positivas de Fitch y DBRS. En cuanto al BCE, el mercado descuenta como segura una nueva bajada de tipos en su reunión de la próxima semana, aunque para julio la expectativa continúa siendo de pausa. En el mercado de divisas, el dólar se mantuvo plano frente al euro, si bien se apreció frente al yen, con el mercado de deuda soberana japonesa que mostró cierta estabilización tras semanas de importantes repuntes en los tramos a más largo plazo. En renta variable, los índices estadounidenses avanzaron, impulsados por los sólidos resultados de Nvidia, mientras que en Europa hubo más divergencia: el IBEX se mantuvo prácticamente plano, mientras que el DAX alemán fue, junto con el índice italiano, el que más avanzó, beneficiado por la revisión al alza del PIB del 1T, así como por unos datos de consumo e inversión en el 1T mejores a lo esperado. En Asia, el CSI 300 chino retrocedió levemente, lastrado por cierta debilidad del sector tecnológico. Por último, en el mercado de materias primas, el petróleo y el gas natural europeos registraron caídas, ante la expectativa de mayor oferta y menor demanda global.
En otro orden de cosas, prevemos que el BCE baje los tipos de interés en 25 p. b. y sitúe el depo en el 2,00%, con un recorte muy descontado por los mercados financieros (probabilidad superior al 95%). Esta nueva bajada de tipos (sería la cuarta en 2025) responde a un desempeño mixto de la eurozona (cuya actividad mejora, pero no despega, y con una inflación cerca del objetivo, pero todavía algo por encima). Además, el abrupto repunte de la incertidumbre geoeconómica ha abierto un abanico de riesgos muy amplio, por lo que es probable que el BCE mantenga cierta cautela y no se deje llevar del todo por las revisiones a sus proyecciones macroeconómicas que provocarían, mecánicamente, movimientos de los mercados financieros, como la caída de los precios futuros de la energía. Nuestra visión es que reducir el depo en 25 p. b. en junio dejaría los tipos en una región neutral y daría flexibilidad al BCE para reajustar su política según se vaya resolviendo la incertidumbre entre dos visiones de la coyuntura económica de la eurozona: por un lado, el énfasis de Philip Lane en el riesgo de debilitamiento de la actividad y la inflación en una coyuntura en la que, mientras las restricciones comerciales enfrían la demanda mundial, la incertidumbre deprime el sentimiento de consumidores, empresas e inversores; y, por el otro, la preocupación de Isabel Schnabel por un posible giro del escenario en el que las tensiones comerciales generan, a medio plazo, más inflación en la eurozona, ya sea por disrupciones de oferta y encarecimiento de insumos o por la propia implementación de aranceles sobre las importaciones que realiza Europa.