Los niveles de crecimiento, aunque más sólidos de lo que se preveía en diciembre, seguirán siendo relativamente bajos en comparación con los de las dos primeras décadas del siglo.
Estas previsiones se sustentan en cinco puntos clave. En primer lugar, la contención de los actuales niveles de tensiones geopolíticas. No hay indicios de un cese de la guerra en Ucrania, pero tampoco de una escalada de las tensiones en Taiwán o el Mar Rojo.
Segundo, las malas relaciones entre China y Estados Unidos no cambiarán materialmente. Estados Unidos percibe a China como un rival económico, cuyos avances en sectores estratégicos, incluidos los relacionados con la transición energética, deben ser controlados. Además, Estados Unidos ha puesto en marcha una política industrial no sólo para proteger sino también para desarrollar sectores. Esto significa que el acceso a la tecnología estadounidense está restringido y que se impondrán aranceles a ciertos tipos de bienes. China tomará represalias comerciales, pero sin destruir el comercio bilateral ni escalar a una guerra comercial.
Tercero, la inflación continuará reduciéndose gradualmente, acercándose a los objetivos de los bancos centrales. Se trata de un proceso, que varía según el país o la región, aunque con una clara tendencia a la baja. El informe prevé que la inflación de la Unión Europea descienda más rápidamente que en Estados Unidos, ya que el origen de la inflación es muy diferente. Ciertamente, la última milla de la desinflación en Estados Unidos podría ser un reto.
Cuarto, la relajación monetaria será un hecho en 2024. Será suave y consistirá en algunos recortes de tipos, mientras que continuará la reducción del balance, que es de hecho un endurecimiento monetario. No se prevé una vuelta al periodo prepandémico de tipos de interés ultrabajos y amplia relajación monetaria.
Quinto, el papel de los Estados en la economía seguirá creciendo y se aplicarán políticas destinadas a desarrollar y proteger sectores que se consideran vitales para la economía o incluso para la seguridad, sobre todo en las economías avanzadas. Estados Unidos lidera este proceso. Esto significa que la prudencia fiscal es una prioridad menor. Por lo tanto, los déficits presupuestarios serán mayores de lo previsto inicialmente, con una menor consolidación fiscal.
El principal riesgo a la baja para este escenario es el aumento de las tensiones geopolíticas, que podría introducir presiones inflacionistas a través del incremento de los costes de transporte y el petróleo. Esto provocaría un mayor endurecimiento de la política monetaria por parte de los bancos centrales, lo que reduciría la demanda de las empresas y los hogares y el crecimiento.