El banco central australiano todavía está preocupado por la «inflación subyacente», que sigue «demasiado elevada», según ha indicado en el inicio de su comunicado para explicar la decisión. Aunque «la inflación ha caído sustancialmente desde el pico alcanzado en 2022, los indicadores de inflación subyacente se ubican en torno al 3,5%, lo que todavía está lejos del punto medio del objetivo de inflación del 2,5%», ha precisado el organismo. En este sentido, ha reconocido que «la previsión sigue siendo muy incierta», sobre todo en la escena geopolítica, en un escenario en el que «la política monetaria sigue siendo restrictiva y está funcionando como se esperaba».
Así, la «principal prioridad» de la entidad «sigue siendo lograr que la inflación vuelva a su nivel objetivo de manera sostenible dentro de un plazo razonable».
Por ello, el RBA ha anticipado que «todavía pasará algún tiempo antes de que la inflación se sitúe de manera sostenible dentro del rango objetivo y se acerque al punto medio», aunque el organismo «está adquiriendo cierta confianza en que la inflación se está acercando de manera sostenible al rango objetivo».