En un momento en el que el cliente potencial se encuentra buscando productos y servicios en Google, la supervivencia de estos negocios depende de su capacidad de adaptarse al entorno digital.
Este proceso de digitalización implica mucho más que simplemente estar presente en Internet, requiere de un exhaustivo plan de marketing digital para el concesionario que incluya en canal online. En algunos casos, exige una transformación profunda en la estructura de la compañía, que puede incluir la introducción de nuevos perfiles profesionales o incluso la implementación de tecnología avanzada para gestionar la digitalización. Sin embargo, los beneficios son incuestionables. Una de las principales ventajas del entorno digital es la capacidad de medir cada euro invertido y evaluar el retorno de la inversión, algo que antes resultaba mucho más complicado en medios tradicionales como la publicidad en carteles.
Y es que, aunque cada tipo de negocio dentro del sector automotriz tiene necesidades distintas, la digitalización es clave para todos. Un taller, por ejemplo, requiere estrategias más locales enfocadas en la fidelización del cliente a través de promociones continuas y un servicio rápido y cómodo. Por otro lado, los concesionarios y las compraventas suelen necesitar una estrategia más amplia, a nivel provincial o incluso nacional, dada la complejidad de los sistemas y la necesidad de mantener un orden coherente en su presencia digital. No adaptarse a este cambio supone, para muchos, la pérdida de la relevancia y competitividad, ya que el entorno digital es ahora una fuente imprescindible de nuevos clientes. Además, el panorama es cada vez más complejo, con más actores y herramientas interconectadas, lo que obliga a contar con un partner externo especializado para mantenerse actualizado. No hacerlo podría significar quedarse atrás en un mercado que evoluciona constantemente.
En cuanto a la realidad del sector, observamos una gran disparidad. Mientras algunos concesionarios han completado con éxito su digitalización y están liderando el mercado, otros aún no han hecho la transición total. Sin duda, la falta de coherencia entre los activos digitales de muchas empresas demuestra lo complejo que es este proceso. A menudo, los sitios web, redes sociales y campañas de publicidad no están alineados, lo que atenúa los esfuerzos y disminuye la eficacia de las inversiones.
De cara al futuro, el sector se enfrenta a retos importantes, como el cumplimiento de normativas europeas sobre el uso de cookies o la integración a un entorno digital cada vez más complejo. Las empresas van a tener la obligación de ser capaces de cohesionar todas sus herramientas digitales. Además, también se enfrentarán a la creciente diversificación de los emplazamientos publicitarios, desde TikTok y Google Ads, hasta plataformas de streaming o Smart TV. Por otro lado, la nueva normativa de Google sobre la experiencia de usuario y el rendimiento web obligará a optimizar los tiempos de carga y mejorar la navegabilidad.
La llegada de la inteligencia artificial también marcará un antes y un después en la forma en que consumimos y gestionamos información. Adaptarse a esta nueva realidad no es solo una cuestión de competitividad, sino de supervivencia en un mercado que sigue cambiando a pasos agigantados.
De cara al próximo año, la clave estará en optimizar los procesos internos de cada negocio, midiendo el retorno de la inversión y adaptándose a un entorno en constante transformación. La irrupción del coche eléctrico, el aumento de la competencia por parte de marcas asiáticas y los nuevos avances tecnológicos obligarán a estos negocios a estar más preparados que nunca para todos los cambios que se avecinan en el sector.