Bruselas, que presenta para ello un «plan de acción» sin presupuesto específico por el momento ni detalles de las medidas, adelanta que para alcanzar esta meta será necesario fijar «plazos vinculantes» a más tardar en 2027 para «eliminar los cuellos de botella transfronterizos» e identificar las opciones de alta velocidad –incluida las superiores a 250 kilómetros por hora– «cuando sean económicamente viables».
«La conexión Madrid-Lisboa será una realidad en los próximos años», ha asegurado el comisario de Transportes, el conservador griego Apostolos Tzitzikostas, en referencia al acuerdo alcanzado la pasada semana entre los Gobiernos portugués y español, bajo el paraguas de Bruselas, para que se pueda viajar entre las dos capitales de la península Ibérica en un máximo de cinco horas en 2030 y que la alta velocidad permita ya en 2034 hacerlo en tres horas.
Con todo, el comisario ha avisado de que para que se cumplan las metas para este proyecto y otros de la alta velocidad en la Unión Europea es necesario que salga adelante la propuesta del próximo presupuesto europeo como la ha diseñado el Ejecutivo comunitario.
En la misma rueda de prensa, Tzitzikostas también se ha referido a los esfuerzos de su departamento para desbloquear los cuello de botella en la frontera entre España y Francia, países con los que ha dicho mantener frecuentes contactos de manera franca y ha adelantado que planea visitar «pronto» la frontera acompañado por los ministros de Transportes de ambos países.
La conexión por alta velocidad entre España y Francia por el corredor Atlántico ya está previsto en la red prioritaria de la Unión Europea que fija como plazo para cumplir este proyecto el horizonte de 2030, sin embargo, el Gobierno de Emmanuel Macron optó en 2023 por aplazar las inversiones en las conexiones transfronterizas para priorizar las interiores, lo que apunta a un retraso en esta conexión hasta al menos 2042.
En todo caso, el comisario ha apuntado que el plan presentado este miércoles incide en la conexión de las capitales como «base» de las interconexiones, pero ha asegurado que Bruselas no se olvida de otras «grandes ciudades» que serán incluidas en el mapeo más adelante, «incluida Barcelona».
Otras rutas destacadas por la Comisión en su plan, sobre la base de la Red Transeuropea de Transporte (TEN-T), incluyen los principales nodos de alta velocidad y muy alta velocidad para pasajeros, por ejemplo para unir Berlín y Copenhague en cuatro horas en lugar de las siete actuales o Sofía y Atenas en seis horas, en lugar de las 13 horas y 40 minutos actuales.
Así las cosas, la Comisión aboga por desarrollar una «estrategia de financiación coordinada», incluido un diálogo estratégico con los Estados miembro, la industria y los financieros, que permita sellar un acuerdo ferroviario de alta velocidad para movilizar la inversión necesaria.
Además pide mayor coordinación entre los administradores de infraestructuras para mejorar la capacidad de los servicios transfronterizos de larga distancia y facilitar las autorizaciones y estandarización. Según los cálculos del Ejecutivo comunitario, la finalización de la red de alta velocidad de la TEN-T prevista para 2040 costará alrededor de 345.000 millones de euros, mientras que una red más ambiciosa que funcione a velocidades muy altas (por encima de 250 km/h) podría costar hasta 546.000 millones de euros de aquí a 2050.
También apunta la necesidad de ofrecer un «marco regulador más atractivo» a la industria ferroviaria y a los operadores para alentar las inversiones y el desarrollo de soluciones innovadoras, al tiempo que se favorece la competencia, por ejemplo con sistemas transfronterizos para la reserva y expedición de billetes.
«El tren será definitivamente el transporte preferido sobre el avión. Será una realidad en 2030», ha asegurado el comisario, que también ha avanzado que espera presentar a comienzos de 2026 una propuesta para que los europeos puedan «reservar y adquirir con un sólo ‘click’ en su teléfono u ordenador» un único billete transfronterizo y multimodal que les permita cruzar la Unión Europea con distintas compañías. Para ese objetivo, ha añadido, propondrá en ese plazo un refuerzo de la directiva sobre derechos de los pasajeros de tren.
El comisario ha puesto a España e Italia como ejemplo de que la liberalización del sector ha permitido bajar precios y aumentar el número de pasajeros de tren, pero ha avisado de que aún hay importantes lagunas en otras regiones europeas y que para favorecer esa competencia son necesarias infraestructuras «bien financiadas y bien mantenidas».
En la apuesta que defiende para un transporte más competitivo y sostenible en la Unión Europea, Bruselas ha presentado también este miércoles un «plan de inversiones en transporte sostenible» (STIP, por sus siglas en inglés), con el objetivo de ofrecer un «enfoque común» para impulsar la inversión en combustibles renovables y de bajo carbono dirigido a la aviación y el transporte marítimo. Para cumplir los objetivos fijados en los compromisos de RefuelEU Aviation y FuelEU Maritime, Bruselas estima que se necesitarán alrededor de 20 millones de toneladas de combustibles sostenibles (biocombustibles y e-fuels) de aquí a 2035, para lo que calcula que serán necesarios 100.000 millones de euros.
Así las cosas, la Unión Europea aspira a movilizar al menos 2.900 millones de euros de aquí a 2027 recurriendo a mecanismos ya previstos, por ejemplo los 2.000 millones para combustibles alternativos dentro de InvestEU o los 300 millones a través del Banco Europeo del Hidrógeno para apoyar los combustibles a base de hidrógeno para la aviación y el transporte marítimo.
