De esta manera, los hogares españoles comienzan 2024 con el cinturón algo más apretado. Después de unas Navidades marcadas por la contención del gasto, que se redujo hasta un 14%, según Cetelem, la menor predisposición a consumir no ha impedido que las familias hayan echado mano a los ahorros durante la tradicional cuesta de enero. Según los últimos datos del Banco de España, la retirada de dinero en depósitos y cuentas corrientes durante enero ha ascendido a más de 8.800 millones. Si bien con estas salidas el saldo ha caído por debajo del billón de euros contabilizado en diciembre, la contracción es inferior a la ‘fuga’ detectada en enero de 2022, cuando el monto se redujo en más de 13.100 millones, impulsando a registrar el mejor enero de toda la serie histórica.
Tomando como referencia desde el ejercicio 2003, los españoles acumulan más de 991.652 millones en el banco vía depósitos o cuentas corrientes, una cota inédita hasta la fecha durante el primer mes del año, en el que normalmente suele producirse una peor evolución debido a la vuelta a la rutina tras las festividades, lo que fuerza a tirar del dinero acumulado en el banco durante el inicio del ejercicio. Pero no es el único factor, ya que muchos asalariados reciben la paga extraordinaria en diciembre, que suele elevar el montante a finales de año y, por tanto, distorsionar la trayectoria mensual. No hay que obviar el hecho de que aunque muchos particulares pueden haber desplazado el dinero hacia productos de inversión como Letras del Tesoro o seguros de ahorro, el comportamiento se ha moderado frente a la ‘huida’ experimentada en el mismo mes del año pasado.
Al comparar con hace un año, la cifra es 500 millones más elevada con respecto a los 991.166 millones de enero de 2023, impulsando el dinero con el que cuentan en estos productos por encima, incluso, de los años previos a la pandemia. En los últimos cuatro años el importe ha escalado de manera considerable. En enero de 2020, cuando la dimensiones que adquiriría la pandemia todavía eran impredecibles, las familias contaban con ahorros por valor de 848.379 millones. Es decir, que desde la Covid se ha disparado un 16%, subiendo de forma paulatina todos los eneros. A estos 143.273 millones de diferencia, hay que añadir un giro totalmente opuesto de la política monetaria llevada a cabo por el Banco Central Europeo (BCE).
Si en ese momento los tipos de interés oficiales de la región de la moneda única oscilaban sobre el 0%, ahora lo hacen sobre el 4,5%, máximos desde 2001. En términos porcentuales son casi 200 puntos básicos más que el tipo medio al que el sector remunera el pasivo, que se estancó al término de 2023 sobre el 2,57%, que se ve impulsado por las entidades de menor tamaño, que son las que han animado la oferta de depósitos para atraer más clientes. Por ponerlo en contexto, las Letras a seis y nueve meses ofrecían en la última subasta celebrada un interés del 3,740% y del 3,504%, respectivamente.
Esta jugosa rentabilidad ha provocado una ‘fiebre’ por la deuda a corto plazo entre inversores particulares en los últimos meses, hasta el punto de convertirse en los principales tenedores tras acaparar más del 30% del papel en circulación. El sector bancario ha evitado entrar en una guerra de depósitos, optando en su lugar por sacar del cajón productos como los fondos de rentabilidad objetivo y monetarios, que se han popularizado. Desde que el pasado mes de octubre el BCE decretara la esperada pausa, las dudas giran en torno a cuándo comenzará el proceso de bajadas, algo que, de momento, ni se contempla de cara a la próxima reunión de marzo.
Las expectativas apuntan a que habrá que esperar hasta la segunda mitad de 2024 para que esta posibilidad comience a vislumbrarse mientras la tasa de inflación sigue más cerca del 3% que del objetivo del banco central, fijado en el 2%. En estas circunstancias, la incógnita radica en si la eurozona será capaz de sortear la recesión tras estancarse en el cuarto trimestre de 2023. Las estimaciones de la Comisión Europea proyectan un crecimiento del 0,8% este 2024 para la zona de la moneda única, que supone una revisión a la baja desde el 1,2% esperado con anterioridad. El foco de atención está en Alemania, la locomotora de la región, que no logra levantar cabeza y mira con desconfianza a 2024.